Por: Luis E. Forero Medina  Abogado/Especialista enSaluderecho

En Perú desde hace 65 años se adoptó la costumbre de anotar en los documentos oficiales una frase determinada, que muchas veces surge de numerosas propuestas de personas que están cerca del presidente de la República, o de metas propuestas por el gobierno de turno. Esos anuncios se hacen de parte del primer mandatario en el curso del mes de diciembre, con eco en todas las Regiones.

Unos propósitos fijados en algunos años se han alcanzado de alguna manera, otros se ubican muy lejos, aunque les hayan dedicado varios calendarios.
 

El  tema económico fue el  que el expresidente Alán García escogió para el 2010 , declarándolo como el Año de la Consolidación Económica y Social del Perú. Anteriormente en 1995 fue el Año de las Inversiones Productivas, y en 2005 Toledo lo declaró como el Año de la Infraestructura para la Integración.

El 2002 fue decretado el Año de la Verdad y la Reconciliación Nacional; sin embargo después de cerca de dos décadas de terminado el conflicto más grave que ha sufrido el Perú, ni verdad ni reconciliación ni mucho menos reparación a las víctimas se ha visto.  Con ese mismo fin, en 2017 se propuso el 2018, como el Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional. Ese proyecto tampoco se obtuvo, porque sin reparación, el diálogo y la reconciliación quedan truncados.

A la educación le han dedicado tres años, en los que los respectivos slogans se escribían hasta en los cuadernos de tareas: 1993 fue el Año de la Modernización Educativa, el año siguiente el de la Modernización Educativa y del Deporte y en 2015 el Año del Fortalecimiento de la Educación, a la que se le agregó que fuera también el año de la Diversificación Productiva.

La familia ha sido escogida en 1991, cuando se declaró el Año de la Austeridad y la Planificación Familiar, por considerar que se estaba presentando una explosión demográfica. “…Ellas habían sido un número sin identidad, un dato en una estadística, nada personal, se trataba sólo de mujeres pobres” (Esterilizaciones forzadas en el Perú, Lucía M. Alvites).

Sólo hasta el 2013 se tuvo en cuenta el agro, dedicado a la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria, y es la hora en que los agricultores de la sierra son los más olvidados  del país; sin que se les haya otorgado los prometidos  títulos de propiedad de inmuebles que poseen pacíficamente hace muchos años.

Oficialmente el 2019 será el año del despegue económico y de infraestructura para beneficio de todos los peruanos. Extraoficialmente, el 2020 será el año del egocéntrico Jorge Tirado.  

Uno u otro nombre que se adopte en el fondo no sirve para nada; y hace parte de una serie de costumbres y protocolos que rigen en este país, que algunos opinan, están llamados a desaparecer. El anhelo de convertir al Perú en un país comprometido con los más vulnerables, continúa congelado, al punto que al 2030 no cumpliría el Objetivo de Desarrollo Sostenible número uno, Fin a la Pobreza.
 

@luforero4