Senén Saldaña Gutiérrez y Felipe Saldaña, en la madrugada de un dia cualquiera en el pueblo de Tantará.
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Por: Esteban Saldaña Gutiérrez
Ingeniero Industrial
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En primer plano Senén Saldaña Gutiérrez, trotamundo, cosmopolita, no por gusto es el nieto mayor del abuelo Nicolás, de quien heredo genio y figura. Cursó sus estudios primarios y secundarios en Tantará. Partió a Ayacucho a continuar sus estudios superiores y regreso a Tantará con la barba crecida y bajo el brazo su título y su filiación izquierdista. Como profesor recorrió casi todo el departamento de Yauyos y se estableció en Cañete, junto a su esposa e hijos.
Un buen día decidió regresar a Tantará, como profesor, a la par que avizoraba todo tipo de negocios innovadores. En un primer momento llevó una moto sierra para explotar, según él, el rentable negocio de la leña. Se decepcionó y dejo a un lado su equipo - herramienta. "Pucha que me haré ahora” dijo, sin dejar de arquear la ceja derecha que le da esa peculiar mirada ladeada que tiene.
Pasó otro tiempo y seguramente de tanto mirar los cerros que bordean Tantará se dio cuenta que había pasto y agua gratis y decidió explotar ese riquísimo potencial. Tantará amaneció sorprendido por una buena cantidad de fino ganado caprino, propiedad del profesor Senén quien había decidido incursionar en la ganadería. Contrató un pastor y en medio de herranzas y encintados entregó todos sus animales. Pasado un tiempo la sequía y sus pastores se encargaron de desaparecer sus animales y borrarle la sonrisa a Senén.
Caramba dijo, que hago ahora. Como siempre estaba entre Tantará, Chincha y Cañete le pareció buen negocio el transporte. Nuevamente, pasado otro "tiempiecito" apareció con un camioncito mixto. Así estaba feliz, manejando el mismo su camioncito, cuando el zanjo de Alahuayco se encargó de despertarlo de su dulce sueño. Se había desbarrancado con camión y todo.
« Si bien la suerte le fue esquivo en los negocios, no lo fue en el plano familiar. Fruto de un amor sincero nació Rosita, quien ahora es una madre entregada a su hogar y a su profesión. »
Amargo, desilusionado, el buen Senén regresó a Cañete, rehízo su hogar, se reconcilio con su familia y continuo con sus correrías como profesor en Yauyos, donde terminó su carrera en el Magisterio.
Ahora ya jubilado y con mayor tiempo se ha embarcado en otra empresa innovadora, el cultivo del capulí (aguaymanto) con fines de exportación. No es el capulí que crece aquí como monte, ese no es apreciado en el mercado internacional, tiene que ser el Colombiano, dice muy seguro. Sembraré en Morro, Llamayag y Añazpata. Para que no quepan dudas y les quite la sonrisa a los incrédulos ya inició con una siembra piloto en una de sus chacras, que en realidad no es de él, sino de mi tía Rosa.
Así lo encontré ahora a mi primo, lleno de ilusiones, nuevamente, como en sus años mozos con su barreta al hombro, solo que ahora tiene que descansar cada tres pasos. Suerte Primo.
Al fondo de la fotografía se puede apreciar al primo Felipe Saldaña, quien es su contemporáneo y promoción. Felipe enfrentó la vida de otra manera, por un camino distinto.
Felipe, muchacho aún, cuando no dejaba la pelota de trapo ni el trompo de eucalipto, perdió a mi tío Mamerto, su Padre. Como era uno de los mayorcitos tuvo que hacerse cargo del hogar y sacar adelante a sus hermanos menores, juntamente con mi tía Humberta y sus otros hermanos mayores. Varias veces, muchas veces, lo veía regresar de la chacra con su lampa y barreta al hombro y luego partir al colegio. Así se hizo hombre, sin dejar sus estudios, coronándose triunfante como profesor.
Formó un hogar y juntamente con Charito, su esposa, se esforzaron en darle lo mejor a sus hijos. Así transcurría la vida del primo, sin mayores sobresaltos, cuando, nuevamente, la fatalidad se cruzó en su camino. La muerte, de un solo tirón, les arrebato a su esposa Charito y a mi prima Aurea, Doble dolor, doble llanto, doble tristeza.
Felipe, otra vez, se vio solo, frente a la desgracia. Tenía todavía hijos en edad escolar. Se sobrepuso, se enjuago las lágrimas, dio un suspiro fuerte y se enfrentó al cruel destino, desafiándolo con toda su energía y entereza.
« Felipe no solo continúo en el magisterio, sino multiplicó sus ocupaciones, para tener mayores ingresos, para mantener y sostener la familia. »
Trabajó en Chincha, como profesor y paralelamente como agricultor y ganadero en Tantará, luego como capataz en Castrovirreyna y donde lo necesitaban.
Así, con esfuerzo y sacrificio, sin arredrarse ante el infortunio logró hacer profesionales a sus hijos, la mayor es ahora doctora en medicina y el segundo licenciado en Administración, quienes les brindan todo su amor y cariño, como el mismo me confesaría ahora que asistió a la Misa de mi Padre.
Por cierto el primo Felipe no es el primero ni el único ejemplo a seguir. Muchos familiares y Tantarinos en general han demostrado coraje y temple y la desgracia no ha conseguido ponerlos de rodillas. Tanto Felipe como Senén son ahora jubilados, viven rodeados de sus hijos, sintiendo el cariño de cada uno de ellos, pero transitaron por caminos distintos, por donde el destino se bifurcaba.