Por: Esteban Saldaña Gutiérrez Ingeniero Industrial |
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El patriarca de la familia Saldaña – Gutierrez, en Tantará, fue don Anselmo Vidalón Fernández, natural de Lircay, Huancavelica.
¿Cómo llegó a Tantará?.
En los archivos del Instituto Peruano Militar se encuentra un libro escrito por Ezequiel Beltrán, que trata sobre la participación de Castrovirreyna en la guerra de independencia del Perú, donde menciona a un coronel realista Vidalón, quien junto a Rodil, asolaron toda la zona norte de Castrovirreyna, incluyendo Tantará. Tal vez por esa línea se encuentre las raíces de don Anselmo.
En fin, el hecho es que después de la guerra de la independencia se estableció en Tantará don Anselmo Vidalón Fernández, contrayendo matrimonio con doña Toribia Quispe, natural de Yanac, dueña de casi toda la quebrada, desde Huayunquilla hasta Pizará, pasando por Palca. Mientras tanto don Anselmo había recuperado todas las tierras abandonadas y eriazas, que abarcaban desde la cabecera de Cascanni hasta San Juan, pasando por Ahuillhua. La unión de ambas propiedades los convirtieron en grandes hacendados y por tanto en “personas principales” de Tantará.
La generosidad de don Anselmo y esposa, hasta ahora y por siempre será apreciada en nuestro distrito. Fueron ellos los que obsequiaron nuestra afamada e incomparable campana. Despojándose de mil alhajas los hizo fundir en Huamanga y desde allí, a lomo, en cuarenta mulas, logró trasladarlo hasta Tantará y encumbrarlo en sus altas torres.
En Huayunquilla nacía la hacienda y terminaba al frente de Palca, pasando por Camayocc, contaba con poco más de cien hectáreas cultivables, donde criaban centenares de ganado vacuno en extensos campos de alfalfares.
Actualmente Camaycc ya es un poblado, hasta fines del siglo XX, era parte de la hacienda de Huayunquilla.
Posteriormente gran parte de esa hacienda pasó a manos de las familias Del Río de Arma y Altamirano de Huachos, según versión recogida por el actual propietario. Los Altamirano de Huachos tienen raíces en Apurimac, donde provienen del mismo tronco del gran escritor peruano José Maria Arguedas Altamirano.
Por los años veinte o treinta, del siglo pasado, una o dos veces al año el abuelo Nicolás Gutiérrez Vasquez - para más señas Huachino y esposo de doña Concepciona Violeta Guillen, progenitores de mi señora madre - ensillaba su brioso caballo y enfilaba sus pasos hacia la quebrada, a Huayunquilla. Voy a ayudar a mi primo Dalmasio Altamirano (hermano de parte de madre de la huachina Eduvigues Gutiérrez Reynoso) decía. Regresaba después de uno o dos meses, con su carga de queso, requesón, quesillo, mantequilla.
En los años setenta, la Reforma Agraria afectó la hacienda, reduciendo la propiedad de don Dalmasio a poco más de 20 hectáreas. El esplendor de la hacienda venía decayendo, hasta que hace poco se puso a la venta.
Es así como aparece Mauro Ángel Saldaña Gutierrez, bisnieto, por línea paterna, de don Anselmo Vidalón Fernández y nieto, por línea materna, de don Nicolás Gutierrez Vasquez, convertido hoy en flamante dueño de la antigua hacienda de Huayunquilla, uniendo de esta manera dos generaciones que no habían confluido en el pasado.
Huayunquilla renace, ya no con sus cientos de ganado vacuno y caballar, sino con sus hermosas y frondosas plantaciones de palta, convirtiendo de esta manera en un gran centro productor de paltas de exportación.
La visión empresarial de Mauro ha logrado que terrenos agonizantes, a causa de la grama rastrera, se conviertan en campos productores.
Empezó con el sembrío de paltas en Cascanni, luego pasó a Ahuillhua, de allí a Pizará, para continuar hoy en Huayunquilla. Al parecer está recogiendo los pasos y el legado de don Anselmo Vidalón.
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