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Por: Esteban Saldaña Gutiérrez Ingeniero Industrial |
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Padre te escribo desde mi agnosticismo, para decirte que por siempre vivirás en nuestros corazones, en nuestra alma, en nuestro espíritu.
Nosotros los pobres, los marginados, los excluidos, los explotados, los discriminados te recordaremos por siempre. Te alejaste de la curia conservadora de roma, de aquellos que ocultaban a los curas pederastas y permitían todo tipo de abusos, como del tal Cipriani que no solo resultó ser un canalla, también un depravado sexual.
Fuiste el primer pontífice en reconocer el trabajo del padre Gustavo Gutiérrez Merino Diaz, relegado por los conservadores eclesiásticos de este Perú, y ambos se estrecharon en cordial, caluroso y sincero saludo. Nuestro sacerdote Gustavo Gutiérrez es considerado el padre de la “Teología de la liberación”, entregó su vida a defender al pobre desde sus libros y desde el pulpito. Por ello José María Arguedas primero negó la existencia de Dios y después de escucharlo le dijo que “en ese Dios de que hablas si creo”.
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La derecha cavernaria mundial y de este Perú, incluyendo a la propia iglesia plagada de gente del Opus Dei, lo veían como un peligro y de allí la ojeriza. Esta derecha bruta y achorada a usted también lo lleno de insultos. Dentro de ese grupo están congresistas, alcaldes y empresarios que lo han calificado de caviar, que es una forma de descalificar, una manera de llamar “terruco”.
Con su llegada nuevos vientos soplaron en la iglesia católica. Disolviste el Sodalicio, que fue la covacha de curas pederastas y cabeza del Opus Dei, una secta ultra conservadora, que goza aún de gran poder a través del alcalde de Lima. Denunciaste todo tipo de abusos de los gobernantes de turno, por eso el díscolo de Javier Milei, te llenó de insultos, para después, con total hipocresía, al mejor estilo de su congénere Dina Boluarte fueron a presentarte el saludo protocolar.
Sabes todo lo que sufre este Perú, de los cincuenta muertos que carga esta señora, que se hace llamar presidente. Sabes de los abusos y atropellos que este congreso inflige contra los más pobres, bajo el aval y contubernio de esta persona, de allí la icónica fotografía, que describe tu incomodidad y fastidio por su presencia. Con total desparpajo y desvergüenza pretendió darte el último adiós, pero sus iguales del congreso negaron su viaje, no por principios, sino por intereses electorales. Hasta pronto santo padre.
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