HUANCAVELICA - El 16 de enero de 2016, al rayar el alba (5:40 a.m.), ingresan por la avenida principal de la ciudad (Av. Celestino Manchego Muñoz), de éste a oeste, los danzantes de la fiesta mayor de “Los Negritos de Huancavelica”. Esta festividad, increíblemente, marca la identidad de la ciudad, su tono contagiante llama la atención a grandes y chicos, a hombres y mujeres, a lugareños y visitantes; adelante van los "qatilinyas" (término chanca, que en castellano significa seguilones).

Estos hacen muy amena la festividad porque realizan cosas como ve (están animaditos por su puesto), le siguen la pareja integrada por el caporal o "waqrasinqa" (nariz larga), único hombre blanco que representa a la opresiva colonialidad, y maría rosa, la única negra también, viste un simpático traje; baila en un espacio privilegiado; el caporal es el encargado de buscar espacio; atrás vienen los negritos en dos columnas de mayor a menor. Hacen coreografías como para satisfacer al público; su baile es peculiar y muy huancavelicano, de verdad. Finaliza la banda de músicos, una de las más importantes de la macro-región centro.

"Los Negritos de Huancavelica” arribaron ayer 15 de enero de 2016 en la tarde a la ciudad de Huancavelica en busca del niño perdido, que no es otro que el niño Jesús, allí en la costa peruana, más exactamente, en las pampas agrícolas de chincha; tras las huellas del referido niño llegan a esta ciudad trayendo en sendos cestos uvas que compartieron con la gente. finalmente encontrarán a esa "wawita" y compartirán por varios días su contagiante alegría con la gente de Huancavelica", dice una de las moradoras queriendo danzar.