ICA | Las aves migratorias y las nativas sobrevuelan altivas y confiadas sobre el cielo despejado de Huacachina. La naturaleza está en su gloria y las especies se reproducen sin la presencia hostil del humano, debido al aislamiento social obligatorio para evitar el contagio del COVID-19.
La naturaleza y el ecosistema que dirige la divina creación respiran aliviados al no sentir la presencia del hombre, pues éste rompió ese binomio existencial y en lugar de ser su aliado se convirtió en su enemigo.
Unos conos ubicados en medio de la pista, cerca al ingreso del balneario, les dicen a los visitantes que no son bienvenidos y que deben quedarse en casa cumpliendo el aislamiento social decretado por el gobierno central, el cual ha sido ampliado hasta el 12 de abril.
Huacachina, literalmente, es un desierto por la ausencia de la especie humana, pero pletórico de vida silvestre. Los peces se reproducen en el espejo de agua y las aves silvestres gozan con mayor plenitud su hábitat que le fue arrebatado hace unos 120 años, cuando la notable italiana Angela (Madame) Perotti descubrió las propiedades medicinales de la legendaria laguna.
Las aves nativas de Huacachina, registradas en el libro presentado en febrero del 2019 en el II Congreso Peruano de Humedales realizado en Ica, son los chaucatos, tortolitas, cernícalos, colibríes, gallaretas (patillos), garza Huaco, entre otras que ahora son vistas con mayor frecuencia en la laguna, palmeras, totorales y el malecón.
Asimismo, en los últimos días se han avistado especies de aves que no son frecuentes, entre las que destaca algunas migratorias, aves rapaces y diferentes especies de garzas.
Armonía
Esto no lo publicamos para que las personas, una vez que termine la cuarentena, se movilicen en masa al encantador Oasis de América, sino -a manera de reflexión- para que aprendamos a convivir con la naturaleza y su ecosistema sin depredarlo, para que gocemos de la creación sin contaminarla o dañarla, dejando que la vida en el balneario discurra libremente.
Evocando a José Santos Chocano, no sería extraño que un lugareño en estos días nos asegure haber visto a la sirena legendaria retozando en la orilla, disfrutando del vuelo de las garzas y de la quietud y ausencia del ruido perturbador.
Fuente: LaOpinion
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