Por: Ferrer Maizondo Saldaña - Doctor en Educación

Ambulante es la persona que se dedica a la venta callejera de manera informal. Va mercadería en mano de un lugar a otro ofreciendo sus productos. En un país como el Perú la informalidad no es una novedad.

Las causas del comercio ambulatorio y la informalidad en Chincha Alta tuvieron una motivación mayor, además de la presión demográfica, la falta de oportunidades laborales y la débil supervisión del gobierno local. Los ambulantes se incrementaron, en los últimos años, patrocinados fundamentalmente por dos candidatos y luego alcaldes de la provincia.

 

En el gobierno de estos alcaldes, de pésima y triste gestión, las calles Italia, Benavides, Sucre, Callao, Razuri y la avenida Santo Nagaro, cercanas al mercado y la parada, fueron literalmente invadidas por cientos de comerciantes, generando caos y desorden en la ciudad. Vivimos años con las calles tomadas.  

Una nueva gestión municipal, que es digno de resaltar, estableció un acuerdo con los “ambulantes”. Plazo de retiro de la calle: 05 de enero del 2017. Año nuevo. Los comerciantes, honestos trabajadores, cumplieron su palabra. Ni un minuto más. Demostraron que no necesitan policía, matones ni bomba lacrimógena para honrar sus palabras y respetar compromisos. 

La actuación del gobierno local es aplaudida. Pero, pareciera que no saben qué hacer ahora. Como que no esperaban ese tipo de respuesta. No salen de su asombro. Han dejado las calles cerradas con bloquetas de cemento. La ciudadanía aguarda los siguientes pasos.

Mientras tanto van surgiendo nuevos centros comerciales. Pequeñas y medianas galerías disputan espacio con tiendas nuevas. Unos más grandes que el otro, pero con áreas pequeñas y pasadizos estrechos. No faltan los que siguen vendiendo sus productos en el suelo, en algunos pampones; la necesidad los obliga. Los más emprendedores están construyendo locales, modernos, para comercializar sus productos.

 

El panorama de abandono, postergación y desatención por parte de las autoridades, se percibe también en el mercadillo, el pequeño mercado ubicado entre las calles Santo Domingo y Colón. Los pequeños comerciantes hacen mil esfuerzos para tenerlo de pie, pero no es suficiente.

Algunos creen que la gestión municipal consiste solo en perseguir o extorsionar a los ambulantes. La cultura de la coima. No. Están equivocados. La mayoría de comerciantes, incluido los ambulantes son honestos trabajadores y requieren de sus autoridades el apoyo necesario para brindar sus productos en mejores condiciones. Urgente. Capacitación. Charlas de marketing a todos los trabajadores del mercado, la parada y el mercadillo para que compitan con los centros comerciales afincados en la ciudad.

La gestión municipal debe preocuparse también, por los productores y productos, que vienen de la “chacra”, y venden, en pequeña escala, solo los fines de semana: frutas, chapana, maní, etc.  

Falta mucho por hacer. No podemos dejar de mencionar que está pendiente: ordenar el tráfico, recoger la basura con puntualidad, arreglar pistas, veredas, parques y jardines. La acequia de Ñoco no puede seguir llena de basura y desbordándose. La pista entre las agencias Soyuz y Flores no puede continuar como la curva del desorden y los atropellos.  

Chincha, la “Esmeralda del Sur”, la hermosa ciudad de palmeras al viento, de carapulcra y sopa seca, de uva y buen pisco, necesita para modernizarse un plan de desarrollo local, integral y concertado, que atienda y solucione los problemas  y carencias de infraestructura, ambiental, salud, educación, cultura, turismo y recreación.

Queda pendiente hablar del mercado de Pueblo Nuevo, recién construido y, no ocupado hasta el momento. Que la corrupción y el enriquecimiento ilícito no hagan del distrito más emprendedor de la provincia un pueblo olvidado. Ferrer Maizondo Saldaña/huachosperu@gmail.com