Por: Luis E. Forero Medina Abogado/Especialista en Saluderecho |
---|
En América Latina y el Caribe los años 2015 y 2016 estuvieron marcados de una crisis económica que trajo como consecuencia un leve estancamiento; que no se veía desde 1982-1983. De esta situación el Continente comenzó a reponerse el año pasado, y se prevé mejoras en los siguientes, en los que se alcanzaría la “era dorada”.
Esta Región en comparación con el resto del mundo ha mejorado en muchos aspectos; avances no han faltado pues millones de personas han salido de la miseria; pese a que corren el “riesgo de volver a caer en la pobreza”. Para algunos ese sector de la población, “tiene un pie dentro y otro fuera” y “al menor vendaval pueden volver al pozo”. Han mermado muertes por enfermedades que estaban sin combatir; economías como la del Perú sigue en permanente ascenso; sin embargo el panorama general de América Latina y el Caribe continúa sombrío, negativo.
La violencia alcanzó proporciones de epidemia; el hambre aumentó; los conflictos armados no cesan; es la región más desigual del mundo; aunque no la más pobre. Los jóvenes permanecen siendo el grupo más grande en situación de riesgo, así como la población indígena, campesinos, poblaciones LGBTI, afrodescendientes, personas mayores y con discapacidad.
Además de las epidemias que sufre, América Latina padece de una grave”, la corrupción, llamada “virus social” por Francisco. Por la radiografía descrita América Latina y el Caribe estarían en “shock”; amenaza que alejaría la inversión extranjera.
En fin, esta parte del planeta, que en materia de comercio gira entre Estados Unidos y Asia oriental, no apunta acertadamente a llevar completamente a la práctica el Protocolo de San Salvador, firmado hace 30 años por 19 Estados del hemisferio. Este Protocolo tiene que ver con los derechos que tienen los latinoamericanos a la seguridad social, la educación, la salud, la alimentación adecuada, el trabajo y los derechos sindicales, el medio ambiente sano y los beneficios a la cultura.
América Latina y el Caribe es la región más violenta a nivel global, de acuerdo al Estudio Mundial sobre Homicidios. Ocho de los diez países más violentos en el mundo se encuentran en esta región; donde en seis de cada diez robos se ejerce la violencia. En 11 de 18 países, los homicidios se convirtieron en epidemia; en toda la Región se produce 400 homicidios diarios, es decir cuatro por cada 14 minutos, alertó el Banco Mundial. El costo en vidas, lesiones y dinero es altísimo; sólo en este último rubro -calcula el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)-, por el crimen y la violencia, se perdió el equivalente a lo que se invierte en infraestructura en la Región (261 mil millones de dólares americanos). Para enfrentar en Latinoamérica este problema hay todo un cuerpo privado de guardas de seguridad; operando más vigilantes privados que agentes de policía.
Vergonzosamente el hambre ha aumentado en América Latina, más no en el Caribe; en 2016, alrededor de 42,5 millones de personas, población equivalente a Colombia, no tuvieron la cantidad suficiente de alimentos para cubrir sus necesidades calóricas diarias. Según la FAO y la OPS el hambre aumentó en seis países latinoamericanos, para 2,4 millones de personas. Los dineros de algunos programas de alimentación escolar promovidos por algunos países para combatir el hambre, terminan en manos de funcionarios corruptos. En este punto de acabar con el hambre “vamos por mal camino”, según la FAO.
En materia de conflictos armados, Colombia, es la segunda nación en el mundo con más desplazados internos, después de Siria.
Los jóvenes en América Latina y el Caribe algunas veces llevan la peor parte; son el objetivo preferido de los traficantes de personas; y su representación política es muy baja. El 39% de los 156 millones de jóvenes (entre 15 y 29 años), vive en la pobreza, la mayoría en las zonas rurales. La segunda tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo está en la región. Los accidentes de tráfico en la Región que representan un alto índice, son los responsables de la mortalidad entre jóvenes entre 15 y 24 años. Un 10 por ciento de los niños que nacen en América Latina y el Caribe no existe oficialmente, pues su nacimiento no se registra; quebrantando desde su nacimiento el derecho inalienable a la identidad.
Los más de 42 millones de indígenas en la Región continúan relegados a un segundo plano; dedicándose muchos a la mendicidad en las ciudades. “Sin ir más lejos, una familia indígena tiene casi tres veces más probabilidades de vivir en pobreza extrema que una que no lo es”, indica el Banco Mundial.
La informalidad laboral es la tendencia predominante en la mayoría de países de la Región, afectando principalmente a mujeres y niños,afectando en muchos casos al más del 60 por ciento de la población económicamente activa. Respecto al desempleo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), indican que el desempleo urbano ha aumentado en la Región.
La violencia sexual y de pareja contra las mujeres es generalizada en todos los países de América Latina y el Caribe; llegando a calificarlo como un problema de salud pública y una violación a los derechos humanos. En 2014 más de 1,678 mujeres murieron sólo por ser mujer. Además ellas fuera de ser quienes más se dedican a actividades del hogar y ser más capacitadas que el hombre, en los puestos ganan menos; por lo que la “brecha salarial” de género continúa.
Según el Barometro Mundial de corrupción en América Latina y Caribe, gran parte de los ciudadanos conceptúan que han pagado sobornos para acceder a servicios básicos, y que ha aumentado el nivel corrupción. Venezuela, Chile, Perú, Brasil y República Dominica ocupan en su orden los 5 primeros lugares en esas tendencia corruptora. Según Transparencia Internacional, en la Región casi la mitad de encuestados señaló en su orden a los más corruptos los policías, políticos, funcionarios de gobiernos locales, dependientes del presidente o del primer ministro y jueces o magistrados. A esos peces gordos hay que añadir la microcorrupción que se da a niveles bajos de esas instituciones.
Como si fuera poco lo anterior, América Latina y el Caribe, que albergan algunos de los ecosistemas más primitivos y diversos del mundo; sufre de los coletazos del deterioro del ambiente. 100 millones de sus habitantes están expuestos a niveles de contaminación atmosférica que superan los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Particularmente la Región de la Amazonía en esta parte del planeta, es víctima de continua degradación por la minería ilegal, caza y tala de bosques.
Como soluciones a semejante panorama de Latinoamérica y el Caribe que resulta insostenible; donde la gente de a pie está harta está de sus gobiernos y su clase política y los líderes del sector privado, desde los años sesenta se han integrado varios bloques regionales y económicos que tampoco han llegado a remediar esos graves problemas. Para el Banco Mundial es primordial una mayor integración económica; “ invertir en su gente, en particular los pobres”, para “construir un tejido social más inclusivo”. Para las Naciones Unidas, el escenario descrito “obliga a repensar el actual estilo de desarrollo”, y para la gran masa de latinoamericanos “todo seguirá igual o peor”.
@luforero4
Recibe las últimas noticias del día