Por: David Vilcapuma Gutiérrez Licenciado en Educación

San Juan de Yánac, nuestro pueblo querido, con sus hermosos prados y verdes pastizales, discreto y sencillas estancias de muchos recuerdos.

En sus imponentes cerros hemos pasado nuestra niñez, pasteando nuestros animales entre las lluvias torrenciales y rayos estruendosos.

Las nubes oscuras cubrían las lomas, donde a veces se perdían los animales, en el sombrío de las praderas, hambrientos zorros raptaban los guachos.

Piedras gigantescas y duras abundaban en nuestros caminos, presagiando que la vida que nos toca vivir será dura y difícil.

Con el poncho y chullo, caminábamos incansablemente entre las cumbres, soportando el frio y las calamidades de los andes.

Nadie sabe lo de nadie, la tristeza nos invadía en nuestra soledad, recordando los momentos de entristecimiento de nuestra vida.  

Chincha, marzo de 2022