En OPINIÓN LIBRE |

Atipanacuy en Chincha, 26 de Diciembre 2014

Club Huachos - Pueblo Nuevo

Por: Ferrer Maizondo Saldaña - Doctor en Educación

En Chincha y Lima se festejó  la navidad huachina. La fiesta andina de la sonaja, zapateo y violín se celebró  también en la costa peruana. El Centro Social  o Club es el punto de reunión de los migrantes. La tarde del 26 de diciembre fue  la competencia  o Atipanakuy.


El atipanakuy huachino es un contrapunteo de zapateo con ritmo, arte y resistencia. Es una muestra de destreza emocional, física y mental.
En el distrito de Pueblo Nuevo, Chincha, tres grupos de danzantes representaron  al distrito de Huachos  y los anexos de Huajintay y Pichuta. Todos acompañados de sus damas o chulis.

El zapateo mantiene el entusiasmo, la vitalidad, la fuerza y el ritmo de toda una  vida. La esencia de navidad, de pascua,   no ha cambiado. Sin embargo, la vestimenta de los danzantes ha sufrido grandes y terribles cambios. Los varones que siempre utilizaban variados  abrigos, hoy están uniformados con  guardapolvos o ponchos de un solo color, modelo y talla. Las chulis con polleras o pantalón, cuando lo normal eran faldas largas.

Acompañados del Pastor, los danzantes suben al estrado.  Los varones sonaja en mano. Las damas, con floridas  azucenas. Los violinistas atentos para mostrar su mejor arte.  ¡Vicuna! ¡Vicuna!. Jóvenes, adultos y niños zapatean con prosa y elegancia.  La alegría, el lenguaje burlón y trastocado, el zapateo con prosa  conservan la frescura de los buenos años.

Destaca la participación de Juan Quispe del Río, quien dejando males y achaques de la edad sacó chispa y polvo del  piso. Juan, como buen huachino es un hombre sencillo, animador y promotor de actividades culturales y deportivas.  Su zapateo fue una lección de arte, voluntad y destreza.

El bullicioso y emocionado público no deja de compartir el quilusin, agradable licor que alienta la tarde navideña. ¡Quilusin! ¡Quilusin!.

La celebración mantiene el espíritu comunal. Todos aportan, todos colaboran, todos festejan. Sin embargo,  en cada grupo hay  una familia que asume la responsabilidad. El presente año, por Huajintay, los hijos, nietos y sobrinos de Orestes Díaz; por Huachos, los hijos y nietos de Juan Gálvez; por Pichuta, la familia de Segundino Valenzuela.

La festividad concluye en zapateo colectivo, en ruedo; y,  de fondo, tristes, tristísimas coplas:

“Tengamos presente
de la vida pasajera
tal vez ya no llegaremos
al otro año como hoy día”
 
De colofón, al final, con el abrazo familiar, con entusiasmo huachino, se  invoca una plegaria al Santo Patrón:

“San Cristóbal de Huachos
bendice pues a tus hijos
diciendo que regresen
al otro año como hoy día”



 




 
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