Sudamérica sigue a la cabeza en producción y consumo de cocaína. Así lo recoge informe de 2016 de la Junta de Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) presentado este jueves en Bogotá y en Viena. Este organismo, vinculado a Naciones Unidas, señala que “América del Sur siguió siendo prácticamente el único proveedor de cocaína de los mercados de uso indebido de drogas de todo el mundo” y que “la prevalencia del consumo de cocaína aumentó marcadamente en la región”.
El informe, que se remite a otros estudios de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Droga (CICAD) y a la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC), explica que este incremento se debe al ascenso en los últimos años de la superficie dedicada al cultivo en Colombia.
Entre 2014 y 2015, ese país experimentó un aumento del casi el 40%, de 69.000 a 96.000 hectáreas. ¿Por qué? “Las expectativas generadas en torno a las negociaciones del proceso de paz podrían haber contribuido a que los agricultores tuvieran mayores esperanzas de beneficiarse de los posibles programas de desarrollo alternativo y podrían haber motivado un auge de los cultivos ilícitos”, indica el informe. “Esto, unido a la cesación de las actividades de erradicación mediante la aspersión de glifosato por las autoridades en 2015, explicaría por qué el cultivo de arbusto de coca casi llegó a duplicarse”, prosigue.
La JIFE hace hincapié también en el consumo. “El uso indebido de pasta base de cocaína se concentra en América del Sur, y la prevalencia anual del consumo de cocaína sigue aumentando, aunque el cannabis sigue siendo la sustancia sometida a fiscalización que más se consume en la región”, afirma.
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Según la CICAD, el año pasado “la prevalencia del consumo de cocaína entre los estudiantes de enseñanza secundaria era más elevada en América del Sur que en América del Norte, Centroamérica y el Caribe”. El organismo de la ONU expresa, además su preocupación por la difusión de sustancias psicoactivas de origen vegetal, como la Salvia divinorum y el khat.”En el pasado se destinaban única y exclusivamente a los ritos religiosos de los pueblos indígenas de América. Sin embargo, los datos de los estudios más recientes indican que los jóvenes de entornos privilegiados están utilizando esas sustancias”. Concretamente, en Colombia ese consumo estuvo por encima que el de LSD, éxtasis o metanfetaminas.
El análisis de la JIFE se detiene en la situación que atraviesa ahora este país. La ONU confía en que el proceso de paz, la transición de las FARC a la vida civil y el programa de sustitución de cultivos contribuyan a mejorar la fiscalización de drogas y de la cocaína en particular. “Uno de los pilares del acuerdo de paz es el capítulo sobre el problema de las drogas ilícitas”, recuerda. En este contexto, la Junta muestra su disposición “a prestar apoyo a las autoridades, en el ámbito de su mandato, en lo que respecta a la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas”.
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