Mag. Químico-farmacéutico y periodista |
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Azángaro distrito de la provincia de Yauyos que limita con Chavín está a unos 100 Km de Chincha Alta, y a 5 horas de viaje. Huachos.com estuvo en contacto con los moradores de aquel pueblo andino, conociendo las facetas en el campo agrícola, sociedad, arqueología, trabajo comunal, el festival de la siembra de papa y la identidad azangarina.
Este pueblo enclavado en la confluencia de los ríos Paccha y Canchimayo, tiene una identidad atípica, distinto a otros distritos que poseen formas de vida diferentes. Se diría que Azángaro es cuna de la “Belleza y la cordialidad”. Llegar a Azángaro es volver sano emocionalmente. Pareciera que sus habitantes fuesen expertos terapeutas en el tratamiento del estrés. Su gente es alegre y conversador. Hombres y mujeres te hacen reír soltando sus bromas. La hora que llegas te invitan a comer: desayuno, almuerzo o cena. El más callado de los visitantes se compenetra con el pueblo y deja de lado mantener la boca cerrada.
Los apellidos Rodríguez, Huamán, Armas, Gutiérrez, Quispe, Santiago, Chávez, Luyo, Palomino, Gonzáles, Lázaro, Saravia, Garay, entre otros, son las estirpes que conservan la identidad azangarina. Son los troncos sobre los cuales se levanta el pueblo. Posee 4 carreteras que une, con diversas partes del Perú, por los 4 puntos cardinales. Tenemos: vía Chincha (Sur), ruta Chocos (Oeste), y contacto con el distrito de Madeán (Norte). La cuarta conexión es con el distrito de San Pedro de Huacarpana (Este), que tiene 2 uniones: Huananriccra y Pucarumi.
Veamos sintéticamente la enorme algarabía que sienten los azangarinos con su forma de vida alegre y progresista. Basta viajar 5 horas de Chincha, por una carretera pésima, ruta Chavín, y contagiarse con la alegría desbordante de los pobladores de Miraflores, en primera Instancia, en que, en horas de la maña hacen el preparativo para el festival de la siembra de la papa, al estilo antiguo, con las canciones de Jarahui, entonadas por bellas mujeres de Azángaro, alegrando a los que seleccionan la papa para el sembrío.
Para después del almuerzo ir al terreno, donde 2 toros hacen el surco, y los demás contribuyen con la siembra, acompañados por los juegos característicos de la faena. Mientras a los lejos se escucha las voces de las ñustas azangarinas, cantando el jarahui. Se trata de la familia Garay.
La familia Quispe, dirigidos por Alejandro Quispe Palomino, sus hermanos y familiares celebraron la fiesta de la siembra de la papa. A nuestra llegada los pobladores con gran entusiasmo nos recibieron. El desayuno consistió en patasca, seco de cordero, papa, queso, y agua de hiervas que quita el sueño. Y, no pudiendo avanzar más nuestro acompañante el profesor y comunicador social Mario Quispe, mostró satisfacción, inmediatamente interpretado por la cocinera que respondió, -así es este pueblo, se come hasta por 3 días. Replicó, -no se preocupe falta más…
Siguiendo la ruta en el estanco de Paccha encontramos a los azangarinos construyendo una acequia, dirigido por Américo Armas. Allí, la cocinera nos sirvió un rico plato de morón, cebada tostada y molida, preparado con charqui, habas y otros condimentos. Cinco minutos después estuvimos en Azángaro, donde nos recibió los esposos Teodosia Quispe y Ananías Luyo. Ya son las 12 y almuercen, dijo la señora Teodosia. No podíamos defraudar. Luego para seguir con nuestra marcha fuimos a la casa de Vilma Gutiérrez. Sería la una de la tarde, cuando nos dijo -con mucha amabilidad- he preparado sopa de morón, sirvánse. ¿Qué podíamos hacer? Solo aceptar la invitación. No pudimos con el cuy, pero lo saboreamos en Chincha.
Saliendo de Azángaro fuimos a la Posta. Allí la Dra. Nos atendió con amabilidad. Un verdadero centro de salud que trabaja las 24 horas. Sostuvo que en ese pueblo no había ningún contagiado por Coronavirus-19. Más adelante llegamos a Colca, encontrándonos con el ex alcalde Javier Rodríguez Ramos. Luego estuvimos en centro arqueológico de Colca, donde está enterrados el hombre azangarino de la antigüedad, que en el futuro puede convertirse en un lugar turístico.
Después retornamos a Chauchas para presenciar el jarahui en la siembra de la papa. La escena era para no perderse, cerca de 30 personas participaban en el desarrollo de la costumbre antigua, que aún no se ha muerto en ese pueblo. Se trata de una ceremonia costumbrista y turístico. Ojalá que las autoridades apoyen este tipo de eventos que marca la cultura azangarina.
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