CHIMBOTE - En medio de gran expectativa y con la concurrencia de miles de fieles se dieron ayer inicio a la esperada ceremonia de Beatificación de los tres santos mártires Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y Sandro Dordi, presidida por el Cardenal Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y representante del Papa Francisco.
Desde las 7 de la mañana se abrieron las puertas del estadio centenario de Chimbote para recibir a los visitantes nacionales y extranjeros. Las primeras delegaciones en llegar fueron las de Polonia, Pariacoto, Paraguay y Brasil.
Cientos de sacerdotes de las diversas parroquias de las ciudades del Perú y del extranjero se encuentran en el estrado oficial junto a las autoridades eclesiásticas para participan de esta importante actividad religiosa. En tanto el coro entona diversas melodías que son seguidas con gran júbilo por los asistentes a la ceremonia.
El Cardenal Amato en su homilía indicó que los mártires “hablaron el idioma de la caridad de Dios”.
A pesar de que “provenían de países lejanos, tenían idiomas distintos. El P. Miguel y el P. Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano”, y cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar español
“Pero en realidad, la lengua de los tres mártires fue sobre todo la de la caridad”, aseguró, pues “su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad. Porque la caridad vence al odio y aplaca la venganza”, dijo.
“La caridad perdona a los asesinos”, dijo, y con ello alienta la reconciliación.
Para el Cardenal Amato, “es la caridad el autentico ‘sendero luminoso’ que trae vida y no muerte”, paz y no guerra y fraternidad y no división.
En el caso de los mártires asesinados en el norte peruano, su apostolado fue el “de la ayuda a los necesitados, de la defensa de los pequeños y los débiles”. La autoridad vaticana recordó que “durante el periodo del terror revolucionario, la ideología de la muerte causó atentados sobre todo contra la Iglesia y los sacerdotes, incendiando, profanando” y matando.
Los mártires beatificados “educaban a los niños y los jóvenes en el amor de Jesús. Ayudaban a los necesitados, asistían a los enfermos”, especialmente en la epidemia de cólera que golpeó Perú en 1991.
Además, recordó, “enseñaron a cultivar los campos, a construir carreteras. No tenían enemigos, todos les respetaban y les amaban”.
El Cardenal indicó que el tercer mensaje que dejan los mártires “es el de la fidelidad a la vocación cristiana y misionera”.
“Los mártires eran asiduos a la oración, llevando con alegría una vida pobre y sencilla”, destacó.
Los nuevos beatos “son mártires tanto por la sangre” como “por la confesión de la caridad que transforma nuestra historia contaminada por el mal en historia de salvación, fermento de esperanza y caridad”.
El Cardenal Amato finalizó su homilía pidiendo a los mártires que rueguen por la Iglesia en Ancash, el Perú y todo el mundo. En la multitudinaria ceremonia participaron también cientos de religiosos y religiosas, que desde tempranas horas de la mañana esperaban con alegría el momento de la proclamación de los beatos.
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