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Bicentenario del nacimiento de Luisa de la Torre Rojas, “La Beatita de Humay”

ESPIRITUALIDAD POPULAR.

Ayer se iniciaron las festividades por los 200 años del nacimiento de Luisa de la Torre Rojas, más conocida como “La Beatita de Humay”.

Humay es considerado el distrito más antiguo de la región Ica, y está ubicado a 30 kilómetros de la vía Los Libertadores en Pisco.
Humay es considerado el distrito más antiguo de la región Ica, y está ubicado a 30 kilómetros de la vía Los Libertadores en Pisco.


HUMAY (Pisco) - Con una peregrinación al santuario, ayer se iniciaron las festividades de los doscientos años del nacimiento de Luisa de la Torre Rojas, ocurrido el 21 de junio del año 1819, más conocida como “La Beatita de Humay”. Luisa y Carmen eran mellizas nacieron el 21 de junio de 1819 y desde siempre fueron conocidas como “Las Mellizas de Humay” o también como “Las Beatitas de Humay”.

Luisa recibe el nombre debido a que en esa fecha se celebraba el día de San Luis Gonzaga mientras que Carmen quizás por la devoción a la Virgen del Carmen.

Con el paso del tiempo, ambas harían demostraciones de caridad, de profundo fervor católico e inclusive se le atribuirían “milagros”, sobre todo a Luisa.


Ahora están juntas en Humay, nuevamente. Y a la vez, estamos a puertas de celebrar el próximo año 2019, el bicentenario del nacimiento de estas ilustres y reconocidas pisqueñas en el mundo católico, hasta ahora se mantiene la fe de intersección de ellas hacia Dios. Se siguen realizando las “caminatas como penitencia” y se espera festejar a lo grande, el advenimiento de ellas, en otras palabras preparémonos para los 200 años de su nacimiento”, escribió el historiador José Oscar Flores Conislla.

Los restos de Carmen de La Torre Rojas, hermana de la milagrosa, Luisa de la Torre recibieron los rayos del sol iqueño y llevados al Santuario de Humay en el 2018, después de casi 80 años de haber sido sepultados al lado derecho del Altar Mayor del Santuario del Señor de Luren de Ica.



Peregrinación

Ayer, a lo largo de la vía Los Libertadores muchos fieles católicos, movidos por la fe hacia la “Beatita de Humay”, se desplazan hasta llegar al santuario, ubicado en el kilómetro 31 de la mencionada ruta, algunos pernoctan en la Iglesia y mañana participan de la misa central de fiesta.

En enero del presente año, el Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a las Festividades de la Sierva de Dios Luisa De la Torre “Beatita de Humay” del distrito de Humay.
 
¿Y quién fue la Beatita de Humay?

A doscientos cincuenta kilómetros al sur de Lima, y a unos treinta de la ciudad de Pisco, en pleno valle costeño, se encuentra ubicado el pintoresco valle de Humay. A este lugar, convertido hoy en un lugar de peregrinación, acuden durante todo el año, gran cantidad de devotos y fieles de todas las regiones del país. El único propósito que traen los visitantes es postrarse y orar ante la tumba de la que fue una humilde y sencilla mujer de pueblo llamada Luisa de La Torre Rojas,”La Beatita de Humay”.

Luisa de La Torre nació el 21 de junio de 1819, en el seno de un hogar humilde, de gente que se dedicaba a la agricultura, en el pueblo de Humay, provincia de Pisco, departamento de Ica. Sus padres fueron Agustín de La Torre e Isabel Rojas. Aquellos años fueron tiempos de guerra y grandes convulsiones sociales. Los padres de Luisa murieron en su intento de ayudar a las tropas del libertador San Martín que se encontraban combatiendo a las fuerzas de la Realeza española.

Luisa y su hermana Carmen quedaron huérfanas a temprana edad, viviendo al amparo y la caridad de familiares y vecinos. Casi en total abandono, Luisa conoció en carne propia los sinsabores y sufrimientos de una vida marcada por la necesidad. A pesar de la pobreza, cuidó de su hermana y se las ingenió para estudiar y aprender los secretos de los quehaceres domésticos y de la vida del campo. Esta forma de vivir que adopto Luisa, le permitió sobrellevar aquellos días de carencias y necesidades.

Con el transcurso del tiempo y cuando ya era una joven de 20 años, inquieta y atractiva, sintió un interés especial por la vida religiosa. Eran los primeros meses de 1839 y el país sufría la miseria cotidiana de las guerras civiles entre caudillos y militares. La Confederación Peruano-Boliviana estallaba en mil pedazos trayendo ruina y desastre al Perú. Esta realidad impactó en la conciencia de Luisa y reafirmó su inclinación por el apostolado a los más necesitados.

Entonces, con el propósito de despejar sus dudas en torno a su ingreso a un monasterio, viaja en repetidas oportunidades a la ciudad de Ica, que en ese tiempo era paso obligado de los ejércitos de los caudillos militares que se enfrentaban por el poder. En la ciudad de Ica conoce al legendario Padre Guatemala, quien fue su amigo, confesor y guía espiritual



Luisa de La Torre, la Beatita de Humay, fue una mujer de aspecto menudo y delicado, de una belleza extraña y una mirada profunda, tuvo una especial dedicación y dilección por los niños abandonados de su pueblo. Se trato de un personaje consciente de las necesidades de su tiempo y de la gente. Muchos cuentan que su humilde casa, rodeada de frondosos sauces, fue convertida en escuela para enseñar a los infantes. Allí preparó un ambiente donde reunía a los niños y les enseñaba a leer y escribir y les instruía en las Sagradas Escrituras y el Catecismo.

A las niñas más grandecitas les enseñaba a coser, a bordar y a cocinar. No se cansaba de repetir a sus pequeños alumnos la necesidad de mantener limpios la cabeza y el corazón para poder enfrentar los errores y debilidades.

Incansable mujer, dueña de una inmensa bondad, nunca fue ajena al dolor humano. Luisa La Torre se daba tiempo para muchas cosas. Conocedora de hierbas medicinales, las usaba para curar males. Vestida sencillamente y siempre con la sonrisa en los labios, visitaba a los enfermos a quienes atendía con esmero y dedicación.

Los caminantes y viajeros que hacían la ruta de la costa hacia la sierra de Ayacucho siempre encontraban refugio, descanso y alimentos en casa de Luisa, quien gustosa daba cobijo a todo quien lo necesitara. Decir que Luisa La Torre amó muchísimo a la gente, es decir muy poco. Su fama de caritativa, penitente, santa, y gestora de curaciones milagrosas (cuentan además que poseía el don de la premonición) se extendió por toda la región.

Hoy en día se sigue rindiendo culto a la Beatita de Humay porque su legado de bondad y altruismo es fuente inspiradora para generaciones posteriores de peruanos que deberían seguir su ejemplo.

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