Los barristas en general jóvenes y niños, habitan en estratos medio y bajo, estudios primarios y secundarios incompletos, son desempleados, es decir es un colectivo excluido para todo. Al momento de atacar agreden en grupo, en algunos casos contra una sola persona, utilizando piedras, objetos contundentes, armas blancas, gas pimienta; armas de fuego y hasta linchamiento. Por cuenta de ese fenómeno en el mundo han sucedido centenares de muertes -301 en Argentina- y miles de heridos, algunos con consecuencias irreversibles.
Al comienzo las barras se limitaban a librar sus batallas en los estadios o cerca a los escenarios deportivos, en encuentros entre equipos rivales, en partidos amistosos y entre hinchas de un mismo onceno o del opuesto. Ahora, al menos en Colombia, esa batalla traspasó los 90 minutos, y después del pitazo final, comienza el trabajo en equipo de los barristas, trasladándose a los más insospechados escenarios y en cualquier hora o fecha. Se agrede por el sólo hecho de llevar una camiseta de algún color que identifique el equipo “enemigo”, y hay zonas restringidas, delimitadas “invisibles”, en donde no puede circular un hincha del otro equipo. Entre las diferentes barras de un mismo existe división y se odian; los de Nacional que vienen de Medellín odian a los de Bogotá.
Los dirigentes de los equipos de futbol empezaron a estimular las barras bajo el pretexto del espectáculo, con aportes a los hinchas, suministro de camisetas, entradas a los partidos, reventa de entradas y patrocinios. En Colombia el auge de las barras comenzó hace 26 años, y se reconoce por dirigentes deportivos que los equipos apoyaron ese fenómeno, que ha dejado huérfanos que nadie los repare.
Algunas veces los incidentes entre los jugadores de ambos equipos, incitan a los hinchas a reproducir los ánimos de sus ídolos.
El mejor barrista es el que “arenga, arenga y arenga, sin ni siquiera disfrutar el partido, todo a lo bien”, decía Luis Alberto Burgos Camargo, hincha asesinado en las calles bogotanas por portar una camiseta roja.
Las medidas para prevenir esos resultados fatales, y devolverle paz al futbol, van desde jugar con tribunas vacías, penas de 2 o 3 meses para que las personas que protagonicen actos violentos, como se aplica en Colombia; carnetización de los hinchas y encarecimiento de las boletas.
En el Perú dentro del
Plan Nacional de Seguridad Ciudadana 2013-2018, está previsto resocializar a los barristas, incluyéndolos en programas de capacitación y trabajo. El organismo encargado de esos programas es el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (Conasec ).