Es como si mandamos a la guerra soldados armados con chavetas.
 

 

El incendio de un  almacén en Lima  del sector ubicado en El Agustino, que segó la vida a Alonso Salas Chanduví, Eduardo Porfirio Jiménez Soriano y Raúl Sánchez Torres, integrantes del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP)  “se investiga a fondo”, con el objeto de  determinar a quién o quiénes les convenía provocar esa mortal conflagración que perjudica primeramente a las familias de los valerosos voluntarios que como sus compañeros sobrevivientes, prestaban desinteresadamente un servicio a la comunidad. El CGBVP es un  organismo público adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros.



¿Qué hay detrás de ese incendio que no pudieron dominar los tres héroes nacionales y sus compañeros?

El almacén del  Agustino, perteneciente al Ministerio de Salud, por muchos años fue   el encargado en Lima de almacenar  medicamentos e insumos para despachar a las farmacias de la capital y de las regiones; con esa conflagración  todo quedó en cenizas, incluso los  archivos de años anteriores.

La documentación del almacén que devoró las llamas  eran la prueba de cómo se manejó en el último quinquenio  el gran depósito de medicamentos e insumos. Balances. Inventarios, comprobantes de pago, contabilidad, ingreso y egreso de elementos, destino de los mismos, y los mismos medicamentos e insumos ahora son escombros que recogen los encargados de limpieza; se borró la prueba pero queda la evidencia.
 

 

Todo el mundo conoce de la labor ejemplar y la  deplorable situación de los hombres de rojos en el Perú, pertenecientes a centenarias Compañías de Bomberos Voluntarios. En razón a que el cuerpo bomberil no se encuentra debidamente formalizado en el aspecto laboral, inicialmente su vinculación es voluntaria, sin remuneración ni derecho a seguridad social integral, ni mucho menos de equipos adecuados para atender las emergencias.

Los medios de comunicación local emiten notas con bomberos usando guantes con huecos, los equipos oxidados y sus trajes rotos.

Por ley tienen algunos  beneficios por el servicio abnegado que prestan las 24 horas de los 365 días del año. Los  bomberos reciben el sueldo disfrazado de  propinas representadas en  vales de consumos y de descuentos para productos de la canasta familiar, no pagan pasaje en el transporte público, y los más afortunados tendrían a la par puestos de trabajo o fungen como consultores. Dentro del interior de los bomberos se afirma que  “el Estado nos da una limosna”.

Los bomberos en el Perú que tienen en su plantas más de diez mil efectivos,  se ocupan además de apagar fuegos urbanos y atender las emergencias en las carreteras del país, deben dominar incendios forestales ocurridos en todo el territorio nacional, para lo cual muchas veces carecen de los elementos y recursos para su labor. Hay distritos que no poseen cuerpos bomberiles, y si funciona es gracias al apoyo de la comunidad.

La opinión pública peruana cree que respecto a los bomberos, la característica común ha sido  la indiferencia de los distintos gobiernos.

Por su parte el Presidente Kuczynski se ha comprometido  "a trabajar para mejorar las condiciones en que operan".