Por: Luis E. Forero Medina - Abogado/Especialista en Saluderecho

Antes de posesionarse como Ministro de Salud de PPK, el pediatra Abel Salinas, adepto a las lentejas,  comía del mismo plato  los miércoles con los apristas; aunque él no los ha considerado de su entorno cercano.

En la última  campaña presidencial de este quinquenio el doctor Salinas era el portavoz aprista en temas de salud pública; y se comprometió con Alan García que de ser presidente, pondría en práctica sus recomendaciones en los primeros cien días.

En la recomposición del gabinete que hizo el ex presidente PPK a finales de diciembre del año pasado; la premier entrevistó a varios candidatos para la cartera de Salud.  Según el ministro, Mercedes Araoz  “quedó muy impresionada con mi  trabajo…mi trabajo sobre la salud es un trabajo de hace mucho tiempo”, dijo.

Cuando aceptó la designación los apristas se vinieron lanza en ristre, lo expulsaron del partido, lo  declararon  persona non grata, le quitaron el saludo; en fin lo trataron de Judas.  Algunos afirmaron que pese a la experiencia de Salinas en el sector,  su escogimiento fue puramente político; para atajar la vacancia había que acudir a todo, hasta  nombrar ministros  "apristas" . Otros copartidarios lo defendieron, aseverando a los que  lo atacaban, que  se arrepentirían en el futuro por su buena labor que iría a realizar en Salud.


 

Desviándose del  plan de gobierno de PPK,  proponía reivindicarse con el partido que le tiró la puerta en la cara. Ante el desplante, Salinas pidió permiso a sus jefes, el expresidente PPK y la ex premier Araoz, para ir a defenderse con el Apra, al que pertenecieron su padre, abuelo, tatarabuelo.

Iniciada su labor  el tercer ministro de salud del quinquenio 2017-2021 que pasó sin pena ni gloria, traía a su jefe la solución para arreglar todos los problemas de la salud pública peruana. La  carta la tenía bajo la manga  se llamaba “tomar la decisión”, faltaba eso no más. En resumen, le dijo a su nuevo jefe que el Perú no necesita una reforma en salud sino un Pacto en salud, y aunque no conocía casos precisos de corrupción, suponía que existen;  prometiendo estar al tanto de primera mano y darlos a “conocer en el tiempo”. Hasta ahora no los ha  develado; siendo suficientes más de tres meses para hacerlo, a menos que lo publique a última hora.

En sus primeros cien días de su hipotética designación como Ministro de Salud de Alán García; y posteriormente  en su palomita en el frustrado período de PPK, le aseguró a uno y otro que llevaría la salud pública a un punto en que jamás había estado. Reforzaría  el primer nivel de atención,  arreglaría las decenas de  establecimientos de salud  dañados; se impondría un modelo de atención  humanitaria y debida a los pacientes,  anunciando  que  “podríamos irnos hasta 15 horas de atención”.

 

Salinas pecó en muchas cosas; principalmente en no haber interpuesto al día siguiente de su posesión un Recurso de Amparo para que los medicamentos no sean tan  caros en el Perú,  en razón al monopolio farmacéutico que allí impera.  Salinas, pasó por alto que en el Plan de Gobierno de Solidaridad nacional, se hizo hincapié en fortalecer el sistema de compra de medicamentos de calidad y precios accesibles, y siguió tolerando que  el Seguro Social continúe comprando medicamentos sobrefacturados y  que a propósito se dañen equipos médicos para tercerizar contratistas para repararlos.

El ministro saliente, no ha tenido tiempo para constatar el supuesto tráfico de influencias que opera en el Minsa,  en EsSalud y en los hospitales; entidades que al parecer tendrían  toda una pirámide de favores por favores, desde la base hasta la cima.

El panorama en salud pública que  deja el  gobierno de PPK hasta cerca de la mitad de su período, es lo peor que le ha pasado a el Perú  en los últimos tiempos.  Ahora corresponde pasarle la cuenta de cobro a los responsables de la hecatombe en la salud peruana; por su omisión en actuar en casos tan dramáticos que han desencadenado en consecuencias fatales para la población más pobre.

@luforero4