La tercera parte de los países del mundo, unos 66, entre ellos Perú,
no tiene Guía Nacional de atención de salud, lo que ha determinado que los últimos gobiernos vuelen con instrumentos, dejando a la deriva la nave de la salud, corriendo el riesgo que el vuelo se pierda y no llegue a su destino.
Desde la ventanilla los pilotos sin saber dónde están, han divisado la problemática, sin embargo no han podido tomar las decisiones precisas por tener un presupuesto paupérrimo para salud, de los más inferiores en América latina.
De esa manera al aparato estatal peruano le ha quedado cuesta arriba reducir la anemia y la desnutrición infantil. Cuántas muertes se hubieran evitado si los timoneles tuvieran una carta de navegación visual y práctica para solucionar tan sensibles problemas.
Con esa manera de corregir los problemas en que se han embarcado, ningún gobierno, incluido en los que participado el actual Presidente de la República, ha podido acabar con las colas que desde la madrugada hacen los pacientes para su atención.
Cuando la “víctima”, digo el paciente, finalmente consigue su necesitada cita, ingresa a unos hospitales, centros de salud o postas, en un estado de infraestructura verdaderamente deplorable, muchos para demoler, porque si se repararan saldría más caro el collar que el perro.
A la hora de necesitar algún equipo médico, éste es insuficiente, está abandonado por falta de mantenimiento, o en algunos casos nuevos, pero tan deteriorados por su falta de uso. Ni qué hablar de la historia clínica digital que con bombos y platillos se ha comunicado anteriormente. Todo tiene una explicación: falta de gestión.
El paciente es atendido por un personal médico que el Estado a descuidado; y que siente en carne propia situaciones que amenazan su integridad personal y hasta la vida; muchos internos de medicina son contagiados de males o atacados por malandros cuando ejercen su apostolado.
Es carrera no sólo en el Perú sino en Colombia, que los médicos no sean contratados directamente por el sector salud, sino por terceros que en ciertos eventos son verdaderos buitres que los explotan al no reconocerles sus derechos legales, y muchas veces colocarlos a trabajar sin pagarle a tiempo sus honorarios profesionales, que en la realidad es salario. Al final resultan pagando ‘cachuelos’ por sus abnegados servicios.
El anuncio de mejoras salarial, capacitación, y en general de las condiciones de trabajo del personal sanitario, siempre lo han recibido con alegría los galenos y demás colaboradores, pero después se desinflan y entran en el terreno de la desconfianza con los diferentes gobiernos.
Así se extienda el horario de los médicos del ministerio de Salud, el Colegio Médico del Perú es de la opinión que “no se trata de una medida que vaya a resolver la crisis sanitaria que vive el país”. Ampliar la jornada de trabajo es sana, siempre y cuando se tenga presupuesto y o financiación.
Además, los profesionales de la salud combaten por su propia cuenta otro mal, el intrusismo, es decir las personas que sin haber pisado siquiera una Facultad de Medicina, se dedican a ejercerla ilegalmente, ocasionando incalculables perjuicios al paciente y al gremio.