Levantando la yunza en el patio del Wasi Wasi.
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Por: Ferrer Maizondo Saldaña
huachosperu@gmail.com
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La celebración de los carnavales de Pichuta es una alegre y popular fiesta de encuentro y reencuentro de familiares, amigos, conocidos e invitados. Disfrute generalizado. Convocados todos, contentos y felices, a rescatar las costumbres del pueblo.
Los asistentes, sin excepción alguna, reciben de bienvenida un cálido y sincero abrazo. Durante toda la tarde del domingo 21 de febrero se comparte felicidad, baile y diversión.
Local institucional (Wasi-Wasi) amplio, piso de tierra como fueron en sus inicios la mayoría de clubes provincianos. Cercado con ladrillo. Portón de metal. De una pared se deslizan toldos de plástico que brindan sombra a los visitantes. Local en proceso de construcción, utilizado también como cancha de fulbito.
El sofocante calor de febrero veraniego en pleno arenal de Villa el Salvador, Lima, es refrescado con cerveza helada que circula por todos lados. Nadie es marginado. Integridad y afecto en cada espacio. El elevado volumen de la música no impide que las bromas y las risas fluyan entre recuerdo y recuerdo. Tiempos aquellos en que correteaban con manojos de ortiga por Miraflores o Santa Rosa. En el bullicio no falta agua, talco y serpentina. El amor, la pasión y los sueños románticos florecían en su máxima expresión.
Dos frondoso árboles plantados para el cortamonte o la yunza, adornados con serpentinas, globos, plásticos y mantas multicolores se lucen al centro del local.
Es un día que rompe la rutina y olvida malestares, dolencias y rencores. Un día llena de colorido donde se inicia o fortalece vínculos sociales. Un día que muestra la forma de pensar, sentir y actuar del migrante andino afincado en la Capital.
Una comparsa ancashina arranca el movimiento. Luego, al ritmo de la orquesta Amor Amor, las parejas forman ruedos en torno a los árboles. Un prolongado mix de carnavales ayacuchanos y apurimeños animan a que el varón con el hacha sobre el hombre, lleve con prosa y elegancia a su pareja. Golpean con fuerza el árbol tratando de tumbarlo. Saltan tajadas del tronco. Todos bailan. Falta ortiga, talco y serpentina. Sobra entusiasmo.
No hay trajes elegantes ni orquestas famosas pero el baile es incansable. Voces juveniles inician su promoción artística. Pronto escenarios mayores serán sus espacios. Cae el primer árbol. Los adornos son arrancados y pisoteados. Los padrinos para el próximo año serán el destacado médico huachino Roberto Patiño Cárdenas y su esposa. Asegurada la fiesta. Garantizado el vínculo del anexo con el distrito. Pichuta con Huachos.
El segundo árbol espera que los asistentes refresquen un poco más sus ánimos. No hay apuro. El club tiene que recaudar mayores fondos para seguir construyendo el local. Mientras tanto, continuamos compartiendo, bebiendo y disfrutando con los amigos de Pichuta: Arturo Quispe del Río, Julio Álvaro Núñez, Aurelio Sánchez Vicerrel, Grimaldo Salvatierra y Mauro Enríquez. Amigos de toda la vida. ¡Salud!