Una coincidencia, sin duda. Abriendo ayer la web de la
revista de la inteligencia católica conservadora de Estados Unidos,
'First Things', el Papa no aparecía por ningún sitio. Pero yendo continuación a la web de la revista de los intelectuales católicos de izquierdas,
'Commonweal', la visita de Francisco estaba en todas partes.
Sin embargo, la
'Fast Company', una de las revistas de las más respetadas y más leidas por los administradores y las gentes emprendedores de EEUU en general y de
Silicon Valley en particular, comenzaba su publicación semanal con
Cinco lecciones de liderazgo del Papa Francisco:
1)
Ser accesible, algo de lo que el Papa hace gala;
2)
No ignorar las nuevas tecnologías de comunicación, algo que la revista explora con más detalle en el que esta madrugada a era su artículo más leído, y en el que describía cómo un grupo de estudiantes de la Universidad católica de Vilanova, en Philadelphia, han organizado la presencia de Francisco en Twitter;
3)
Reducir la jerarquía en la organización. Por ejemplo, dejando de ser 'Sumo Pontífice' para pasar al más modesto 'obispo de Roma';
4)
Tomar riesgos. Acaso el mejor ejemplo sea el discurso de despedida de Francisco ayer, en el aeropuerto de Filadelfia cuando abandonó el coche oficial para dar un beso a un niño de 10 años con parálisis cerebral.
5)
Valorar lo que le dicen los subordinados. Aunque tal vez ahí haya discrepancias. No sabemos si Francisco le ha hecho mucho caso al cardenal de Filadelfia, Chales Chaput, un conservador que no tiene demasiada buena sintonía con Francisco.
Lo cierto es que
'Fast Company' está entre los últimos sitios en los que uno se espera encontrar a un Papa porque representa una revista a la moda para la inteligensia americana laica. Y acaso sea ésa la mayor lección de la visita de Francisco a EEUU.
Este Papa es un fenómeno de masas. Aunque no tanto como a veces se piensa. Entre los católicos estadounidenses, su popularidad es del 63%. Es 20 puntos más que la de su predecesor, Benedicto XVI. Pero 6 puntos menos que la que tenía San Juan Pablo II en 2002. En dos años de pontificando de Francisco, el número de católicos que van a misa los domingos ha pasado del 74% al 75%.
En EEUU, el éxito de Francisco ha sido en un concurso de popularidad.
Su modelo de gestión ha hecho que la Iglesia pase de ser una especie de General Electric -una empresa gigante a la que nadie presta demasiada atención- a una Apple -la quintaesencia de lo guay-.
El problema es que las enseñanzas del Vaticano van más allá de comprarse un teléfono móvil.
En un país en el que las iglesias protestantes tradicionales están al borde del colapso, y los evangélicos están también empezando a caer en barrena, la Iglesia católica sigue perdiendo fieles a medida que la secularización avanza. Cambiar esa dinámica va a ser el verdadero reto de Francisco. Comparado con ese reto, es irrelevante que el Papa les caiga mejor o peor a los de derechas o a los de izquierdas.