Por: Ferrer Maizondo Saldaña |
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Desde hace 30 años se canta en todas las ceremonias públicas el himno a Chincha, resaltando que es tierra escogida por los dioses, la reina del sur, la más hermosa esmeralda del sur. Sin embargo, últimamente, el tono solemne que ensalza a la provincia no guarda armonía cuando lo visitamos.
Lo único que reina en sus calles son obras inconclusas, pistas destrozadas con rajaduras profundas, veredas o aceras desconocidas, óvalos con montículos de tierra. Sus acequias un eterno basural. Hombres, mujeres y niños, caminan con tristeza y temor.
La plaza de armas, centro de los encuentros y buenos recuerdos, es hoy un ejemplo de mal gusto, prepotencia y arrogancia de las autoridades. El fatalismo y la torpeza de la dorada burocracia municipal pelean a diario con las palmeras al viento que estiran sus manos buscando salvación. Chincha es una ciudad destruida. Estática. Chincha está perdiendo esplendor, divinidad y encanto.
Desorden, caos y desconcierto saturan jirones, calles y avenidas. No todo es producto del sismo del 2007, movimiento brusco y repentino que trastocó el desarrollo urbano.
Chincha está destruida, olvidada y abandonada por la desidia, falta de capacidad y apuros de última hora de las autoridades, cuyas “obras” duermen, durante meses, empachados de polvo y aburrimiento.
El ingreso o salida a la ciudad, la Panamericana, frente a las agencias Flores y Soyuz, es casi un infierno vehicular, una curva de lamentos y quejas.
Ya es tiempo y momento que en coro digamos: ¡BASTA de indiferencia y apatía! Todos tenemos la responsabilidad de que “La más hermosa esmeralda del sur” no sea sólo letra o frase de ceremonias. No perdamos la fe. Unamos voluntad, esfuerzo e inteligencia para que Chincha, conocida como Cuna de Campeones, “tierra de grandes viñales/de la carapulcra y el rico frijol/Cuna de grandes poetas/Boxeadores, atletas, futbolistas sin par”, retome el brío, la energía y la pujanza de mejores tiempos. Y, siga siendo una tierra acogedora.
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