En OPINIÓN LIBRE |

Chincha la horrible donde 'la vida no vale nada'

Hoy la otrora "perla del sur" es capital de la vergüenza y marasmo, antes fue cuna de campeones y de la cordialidad.

 

 

Por: Eucadio Gutiérrez Solano - Profesor/Periodista

 
 
En las últimas 3 décadas Chincha, el aguerrido pueblo de los invencibles Chinchas; el mejor de Sudamérica en los tiempos prehispánicos; en la República, Benemérita a la Patria; posteriormente cuna de campeones y capital de la cordialidad;  se ha convertido en la capital de la vergüenza y cuna del marasmo, de la delincuencia, inseguridad y corrupción, por culpa de las pésimas autoridades que llegaron al sillón municipal, sobre todo foráneos, comprando conciencias.

La historia de la inercia, pasividad y Chincha convertida en tierra de nadie, comienza en los primeros años de la década de 1990, con la alcaldía del autocalificado celebérrimo José Alberto Navarro Grau -el de la cuna de oro- defendido hasta con los dientes y las uñas por la casta putrefacta de periodistas mercenarios: abuelo, padre e hijos, amamantados por el cacique limeño, a quien éstos cucufatos los catalogaban como el dios de Chincha, alcalde de lujo, mientras convivía y compartían en una sola mesa y eran el vocero oficial del tristemente ex alcalde de Chincha.

Cerca de 2 décadas José Alberto Navarro Grau llevó al pueblo chinchano al abandono y desastre total, tanto moral como físico. El gobierno del ex ministro de Educación, ex Senador y ex Diputado, por Chincha, y ex candidato a la Presidencia de la República, con pergaminos de sobra. Su presencia significó la destrucción de Chincha y el forjamiento del mendiguismo, como también la instauración del caciquismo; pues durante su desastroso gobierno se acentuó y se forjó el imperio de la corrupción, del caos, desorden y desgobierno, y proliferación de personas con “discapacidad”, donde proliferaron denuncias tras denuncias ante tanta la iniquidad.

Prácticamente en 20 años del macabroso gobierno de José Navarro Grau, Chincha se convirtió en un pueblo adormecido, indiferente, observador pasivo, rumiante silencioso de su decepción, y pordiosero, acostumbrado de extender la mano pidiendo limosna al hombre blanco, quien convirtió el palacio municipal en un pequeño banco de monedas, vale decir lugar propicio para el reparto de soles, a mendigos que hacían cola pidiendo plata; forma denigrante de comprar la conciencia del pueblo.

Según se supo el Municipio era una mina.  La plata legaba sola ya sea del mercado o de otras fuentes, sin fiscalización alguna.  También se llegó a saber por boca de los regidores honestos como Mario Giorfino y otros que la “cosecha de dinero” de procedencia deshonesta era fácil,  proveniente de los vendedores ambulantes, a condición de continuar como dueños de las principales calles de Chincha, y los ingresos de la sisa ascendente a unos 30 mil soles diarios que llegaban a la alcaldía; también más de un centenar de paraderos informales de taxis y colectivos, incrementaban el monto, que comprometía al alcalde guardar silencio cómplice dando carta libre para que la gente haga sus ganas, mientras el pueblo reclamaba, ante el asfixiante caos, desorden    y crisis administrativo, no obstante que un gran sector de pobladores se habían adaptado a la forma delictiva de vida, donde la corrupción se voceaba a todo pulmón.
 
Navarro Grau con tal de tener apoyo y conservar el servilismo y esclavismo tipo colonial, para tener de su parte en el momento de la reelección a los vendedores, muy cuco, no le interesó el destino del pueblo de Chincha, sino la cantidad de dinero que diariamente ingresaba, pues su ambición era el poder económico y seguir como alcalde Chincha, hasta el día de su muerte, teniendo de por medio los ingresos monetarios que llegaban a Chincha como soborno. Y así fue reelegido, una y otra vez.

Los vendedores del mercado nada ocultan. Hablan de las alianzas que pactan con los alcaldes corruptos y de la plata que aportan, asegurándose cada para 4 años, que dura la alcaldía. Con el alcalde electo hacen en trato similar, y así indefinidamente los mercaderes viven como rey ocupando las calles de Chincha. Por eso, el entonces alcalde José Navarro Grau ha dicho que “no toquen a los vendedores ambulantes, taxistas y moto taxistas”. Y ellos, los vendedores, felices con toda su generación, seguirán ocupando las calles, adueñándose de las vías públicas, mientras cuentan con el apoyo de los alcaldes de turno, a base de sobornos.

Un personaje del entorno de Navarro, conocido como Lanza, refería que su patrón le había dicho que el municipio de Chincha era una mina donde era fácil de hacer plata; mejor que un congresista se hacía plata allí; y él dijo, solamente por la amistad que tenía con Navarro, ganaba miles de soles sentado en la Plaza de Armas, sin trabajar. Chincha es una buena plaza, quien llega se convierte en millonario. Los favorecidos serían los jueces, fiscales, policías, alcaldes, desde luego los corruptos y sinvergüenzas.

Dos décadas de adormecimiento, dos décadas de pérdida de identidad, dos décadas sin conciencia chinchana, han convertido a Chincha, en la vergüenza del Sur. Pues, Pisco, Ica, Palpa y Nazca están mejor; cuando hace unos 30 años, dichas provincias estaban muy lejos con respecto al desarrollo y progreso de Chincha.

El penúltimo alcalde  Lucio Juárez Ochoa, el hombre que cambió el destino de Pueblo Nuevo, hizo una nueva plaza de Armas, la mejor de la Región, calles y avenidas iluminadas de excelente construcción y conservadas, y ejecutó muchas obras como dotar a ese distrito de un canal de televisión al servicio del pueblo, ejemplo para el departamento, al llegar a Chincha encuentra un pueblo desorganizado, completo estado de caos y desorden, en donde los adláteres de Navarro Grau le comienzan hacerle la guerra, la vida imposible. A pocos meses, de asumir sus cargos, los propios regidores, de confianza,  le empiezan a darles picotazos en los ojos, le comienzas ponerles trabas y más obstáculos, siendo el principal contrincante el actual alcalde César Carranza Falla, que por todos los lados buscó destituirlo para ocupar luego el sillón municipal. .

Lucio Juárez Ochoa que heredó un pueblo absolutamente desordenado no pudo hacer prácticamente nada durante los 4 años de gobierno. Se convirtió en un alcalde fantasma, dejando el sillón municipal abandonado casi todos los días. Demostró incapacidad para el gobierno de la municipalidad provincial de Chincha. El cargo le quedó muy ancho. Cuatro años más de atraso sufrió el pueblo. Caos, desorden, embotellamiento y pérdida de autoridad eran visibles. Sumado al anterior la negra actuación de los mafiosos, sinvergüenzas y corruptos, y periodistas mercaderes, determinaron la destrucción de Chincha. Su regidor Carranza Falla no cesó en atacar y denunciarlo buscando ocupar el cargo cuanto antes.   

José Navarro Grau y Lucio Juárez fueron alcaldes foráneos, el primero de Lima, y Juárez de San de Juan de Castrovirreyna. El alcalde César Carranza Falla, tampoco es Chincha. Al año de funciones ha resultado peor que su antecesor Lucio Juárez Ocho. La realidad de Chincha sigue como lo dejó el burgomaestre saliente, o quizás peor, al extremo que los moto taxistas ahora cruzan por la Plaza de Armas, y la inseguridad ciudadana sea empeorado. Carranza ni siquiera le dejó dormir al que fue su amigo Lucio Juárez. A este alcalde no se le ha visto en la Municipalidad Provincial de Chincha muchas veces. El caos y desorden en los mercados de Chincha son atroces. Chincha es tierra abandonada hasta el momento en sus diversas facetas. ¿Dónde están los regidores? No se sabe. Por su parte. La inseguridad ciudadana se ha potenciado geométricamente, en que la vida no vale nada. 
 
 
 
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