Pese a las artimañas de los que se creen dueños del Perú que amenazaron incluso con un golpe de Estado para impedir el triunfo electoral de los de abajo, el gobierno de Castillo va. El sufragio universal ha permitido que la demografía se transforme en democracia.
El profesor Castillo tiene que asumir las riendas del gobierno pensando que debe gobernar para todos los peruanos y teniendo en cuenta la correlación política de fuerzas y el contexto nacional e internacional. No es poca cosa para tan corto tiempo: 22 días. En este lapso tiene que culminar lo que ya ha venido haciendo.
En primer lugar, preparar al gobierno para enfrentar con eficacia y rapidez los tres grandes desafíos inmediatos que tienen el Perú y todos los peruanos: la vacunación universal y gratuita, la reactivación económica y la recuperación del empleo en todos los sectores de la economía, sobre todo en la mediana y pequeña empresa, y el retorno pronto y seguro a la educación básica presencial, especialmente en las áreas rurales.
En segundo lugar, señalar, con firmeza a la vez que con realismo, los grandes cambios que su gobierno va a realizar para atender las demandas y las necesidades de los de abajo. Su poder viene de ellos, de su identidad con ellos y en su capacidad de movilizarlos. No los puede traicionar como lo hicieron Toledo y Humala.
En tercer lugar, promover, mantener y consolidar la unidad de las izquierdas que sirva de apoyo y de defensa de su gobierno. Es claro que la responsabilidad de la unidad no reposa solo en Castillo sino también en la madurez de los diversos grupos de izquierda y de sus dirigentes. La unidad no es un mito sino una garantía de la eficacia del gobierno en la realización de los grandes cambios que requiere el país.
En cuarto lugar, organizar un gabinete de primera calidad, integrado por políticos y técnicos que vaya del espectro de la izquierda hacia el centro. La orientación del gobierno es de izquierda, pero es necesario atraer al centro político y social para tener una correlación política favorable que permite enfrentar con eficacia a la derecha de dentro y de fuera del congreso.
En quinto lugar, hacer una coalición de centro-izquierda en el congreso que contribuya a darle una gobernabilidad democrática al país. Están no solo los morados, sino también muchos representantes de AP y de Somos que tiene una orientación progresista. Si no se logra mayoría, al menos se tiene una correlación que puede contener con éxito los embates de la coalición derechista.
En sexto lugar, impulsar la dación de una nueva constitución y dejar en manos del pueblo soberano el ritmo, los tiempos y las decisiones más importantes que la concreten. El pueblo soberano de Chile nos ha dado una lección a seguir. No hay constituciones eternas como cree el neoliberalismo. Las nuevas constituciones las decide el pueblo soberano.
Publicado en La República
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