Por: Luis E. Forero Medina Abogado/Especialista enSaluderecho |
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Previo a las elecciones la contaminación auditiva, y antes y después de las mismas la contaminación visual, son unas de las consecuencias que dejan las campañas electorales a la salud pública.
Antes del 7 de octubre, el plato del día era la contaminación auditiva; varios aspirantes a llenar puestos en la Casa de la Democracia, instalaban altoparlantes en locales, que funcionaban algunas veces después de las 21.00 horas.
Otros movimientos políticos le dieron una manita a su aspiración con altoparlantes colocados en vehículos, recorriendo los distritos de arriba abajo a toda hora. De esta forma, los vecinos tienen que soportabar decibeles superiores a los normales.
Una semana de transcurrida la convocatoria democrática, abundan letreros, carteles, dibujos, anuncios ubicados sobre todo en postes de alumbrado público y paneles en bermas u óvalos. En algunas veces el ingenio del publicista para llamar la atención de la propaganda, hace que su obra de arte dificulte la visibilidad o el espacio, exponiendo en riesgo a transeúntes y conductores. No faltan las paredes pintarrajeadas que invitan a votar por candidatos que siguen en el “pabellón de quemados”.
Supuestamente en la pasada campaña hubo torrentes de dinero hacia todo tipo de propaganda a través de papeles de diversos tamaños y colores, que la gente no lee, y los termina dejado en cualquier sitio, menos en el indicado.
Predios privados e instalaciones públicas, que no han expedido autorización alguna de fijar propaganda política, siguen inundados en sus las fachadas de afiches, pasacalles, calcomanías. Algunas calzadas, cerros y locales estatales, siguen pintados, o fijados carteles en los mismos.
En esas condiciones de desorden, los peruanos no estarían enfrentando un “proceso electoral justo, competitivo, transparente y respetuoso de la voluntad ciudadana”, señaló esa entidad. Otros sostienen que si los candidatos que no han recogido la basura son los que manejarán desde 2019 distritos y Regiones, ¡Pobre pueblo!
De otro lado, los partidos y candidatos que participaron en la recién contienda electoral peruana tienen la obligación legal y el compromiso que adquirieron, de un manejo adecuado de su propaganda, antes y después de las elecciones.
El Jurado Nacional de Elecciones es en el Perú el organismo competente para ordenar el inmediato retiro de la propaganda, so pena de incurrir el responsable de infracciones en una amonestación pública o multas que poca veces se materializan. Las municipalidades y la Oficina de Fiscalización y Control de la Municipalidad Provincial de cada distrito, también intervienen a ese efecto.
No fiscalizar ni sancionar hechos que contravienen la normatividad electoral, va en contra de la Ley Orgánica de Elecciones y el Reglamento de Propaganda Electoral; por tanto objeto de investigación y sanción.
En Perú, muchos distritos no han regulado el uso de propaganda electoral en sus respectivas jurisdicciones; y pasadas las elecciones se olvidan del tema.
Tampoco es que el problema quede arreglado porque transcurrieron las elecciones; el malestar auditivo y visual continúa, en razón a que la mayoría de distritos tampoco han dictado Ordenanzas previniendo y controlando los ruidos en su jurisdicción.
El ruido y vibración es copioso en la vía pública, calles, plazas, paseos públicos, salas de espectáculos, eventos de reuniones, locales de diversión y comercio de todo género; iglesias y casas religiosas; y casas habitación, individuales y/o colectivas. Mucho ruido.
@luforero |
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