Por: David Vilcapuma Gutiérrez  Licenciado en Educación Difusor de la literatura oral de la serranía chinchana

Este testimonio es posible que estremezca la conciencia de algunas personas, despertando experiencias y sentimientos vividos, especialmente en los más vulnerables de nuestra comunidad y por qué no decir de nuestra sociedad.

PUBLICADO EL 04-08-2018 | En las lomas de Palmadera vivía Luzmila, una mujer muy hermosa de condición humilde, desde joven se dedicaba al pastoreo, caminando por las peñas y colinas, lo hacía con alegría sin preocupación y miedo alguno, en su pobreza trabajaba desde muy jovencita y vivía feliz, junto a lo suyo.

Los lugareños cuentan que en la comunidad había varios jóvenes músicos; uno de ellos de nombre Aquino, pretendía conocer a Luzmila, concurriendo por las tardes a la lomada a tocarle unas serenatas, logrando ganarse el corazón de la pastora.

Luzmila se dedicaba a pastar los animales de uno de los comuneros más soberbio de la zona.

La pastora por circunstancias de la vida se sentía enamorada y pronto contrajo matrimonio con el joven músico de nombre Aquino, hijo de padres comuneros de la localidad, trasladándose a dicha estancia, donde se establece y forma su hogar.
 

Los primeros años de convivencia fueron comprensibles, sin embargo la marginalidad y las frustraciones de la pareja eran más intensas que el amor.

Así empezaban la violencia en esta nueva familia, pronto salió embarazada y tuvo una hija, pensó que con la llegada del nuevo integrante de la familia iba cambiar las cosas, al parecer cada vez era peor, luego se embarazo otra vez, ya todo era diferente y así llego a tener cinco hijos.

Luzmila en su silencio sólo pretendió llenarle de amor y virtudes el corazón de sus hijos.

Pronto las actitudes del esposo fueron cambiado abruptamente, era insultantes o despreciativos, actitudes raras y agresiones verbales, peor aun cuando llegaba en estado de ebriedad, rompía los platos o cosas y cada vez iba en aumento este cambio en él, llegando a agresiones físicas, empujones, manotazos y cachetadas.

Dicen que cuando llegaba a casa Aquino, la atmósfera se ponía tensa y se caldeaba como el horno, entre gritos que se oía desde muy lejos de las estancias, se iniciaba una cruel escena de violencia.

Luzmila se había sometido a su pareja, este a la vez abusaba a su antojo agrediéndola.

Los niños temerosos se acurrucaban alrededor de la cocina, mientras los padres se peleaban, en las afueras de la choza, los mayores de rato en rato observaba entre los huecos de pirca de la casa.

Los lugareños relatan que Luzmila, lloraba mucho y en su silencio balbuceaba sola preguntándose. ¿Por qué tiemblo y me asusto cuando no soy una mujer asustadiza, dicen que su corazón latía con mucha intensidad.

 

Los comuneros comentaban que un día, luego de una acalorada discusión y pelea, un mal golpe que le propinó este salvaje, lo llevó al descanso eterno a la heroína Luzmila, falleciendo horas después de una larga agonía. Sin haber encontrado asistencia alguna.

Ninguno de sus hijos había dejado de estar triste por la muerte de su madre, los más pequeños aún no entendía lo que había pasado, pero su carita de tristeza, de resignación y pena era clara.

Los niños habían quedado huérfanos de madre a temprana edad, dicen que se quedaron al cuidado del padre. Una comunera narraba que el mal padre les decía a sus hijos que su madre, estaba durmiendo y que mañana apenas despierte se irá muy lejos y ya no retornará nunca más.

Chincha, Agosto del 2018.