Según la policía, el ‘Chapo’, actualmente preso en EE. UU., estuvo al menos una vez en el Perú.
Desde el año 2000, el narco mexicano Joaquín Guzmán Loera mantuvo constantes vínculos con redes peruanas de productores de cocaína.
Según la policía, el ‘Chapo’, actualmente preso en EE. UU., estuvo al menos una vez en nuestro país.
El juicio contra el ‘Chapo’ en NY concluirá en los próximos días. Podría ser sentenciado a cadena perpetua.
Dice que venía de Uchiza / en un carro colorado / traían cien kilos de coca / para Pucallpa y La Oroya / así les dijo el soplón / que los había denunciado… El que podría ser considerado el primer narcocorrido peruano es una celebrada cumbia de Lobo y la Sociedad Privada, un grupo musical surgido en 1994 en el Alto Huallaga, una época y una zona propicias para la materia. Ya avanzada la noche / iban cerca de Aucayacu / pero llegando al cerrito / los estaban esperando / la policía y la cuca / ya los tenían chequeados / una sirena lloraba / un policía le gritaba / que detuvieran el carro / para que los registraran / y que no se resistieran / porque si no los mataban…
La canción se titula “El carro rojo” y en realidad es la versión local de una canción de Los Tigres del Norte, un grupo de música regional mexicana oriundo del municipio de Mocorito, del estado de Sinaloa. En la vecina localidad de Badiraguato, también en Sinaloa, nació y vivió sus primeros años Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, el mayor narcotraficante de la historia, quien en los próximos días podría ser condenado a cadena perpetua por una corte de Nueva York.
No solo la música popular viajó del norte de México al Perú. En las últimas dos décadas se han registrado varios hechos que resumen la fluida relación del ‘Chapo’ y el Cártel de Sinaloa con sus contactos peruanos, incluyendo traslados de cocaína a gran escala, capturas, corrupción y asesinatos. Ya no hablamos de folclor sino de asuntos criminales.
Según informes de inteligencia, el ‘Chapo’ vino a Lima en el 2004 junto a un socio del Cártel de Sinaloa. Se habrían reunido en Miraflores con dos peruanos para coordinar un despacho de droga desde Chimbote.
Según cuentan policías especializados en la materia, los contactos del Cártel de Sinaloa en el Perú fueron en gran parte ‘heredados’ del Cártel de Juárez, que dominó el tráfico hasta fines de los años 90. A partir del 2000, el ‘Chapo’ estableció rápidamente contactos con mafias colombianas y peruanas que acopiaban droga, especialmente proveniente del Vraem. Nuevo siglo, nuevos tiempos, nuevos negocios.
Los duros golpes policiales que habido a lo largo de estas dos décadas demuestran que el tráfico ha sido constante y creciente. Uno de los primeros casos se registró en el 2002, cuando una vasta operación de inteligencia policial logró la captura de 30 personas en Lima, Chimbote y el Vraem, incluyendo a varios mexicanos que estaban listos para embarcar 1.700 kilos de cocaína desde el mar de Chimbote.
El mayor golpe policial contra el Cártel de Sinaloa fue en el 2014. Se decomisaron más de 7 toneladas de cocaína en Trujillo.
En el 2004, se confirmó el modus operandi del cártel mexicano. La embarcación ‘Grichi’, que había zarpado de Chimbote, fue intervenida en aguas internacionales cerca de las Islas Galápagos, cuando se había encontrado en altamar con un barco atunero. En ‘Grichi’ se habían acondicionado 4 toneladas de cocaína, a las que se iban a sumar 12 más que iban en el atunero.
En el 2008, la policía peruana decomisó cerca de 27 toneladas de cocaína, dos de las cuales fueron descubiertas en una fábrica de amortiguadores de caucho para muelles marítimos ubicada en Chorrillos. Adentro iba escondida la droga; el revestimiento de caucho y acero impedía que sea detectada por los rayos x. Toda la carga iba a ser enviada a México. Solo en este caso, el Cártel de Sinaloa perdió unos U$120 millones.
En el 2010, la Drug Enforcement Administration (DEA) hizo un seguimiento al buque Tláloc, de bandera mexicana, que zarpó del puerto Lázaro Cárdenas (Michoacán). Un informante había advertido que pertenecía a la flota del Cártel de Sinaloa y que haría un trabajo de acopio en varios puntos de Sudamérica. En enero, el capitán del buque, un mexicano identificado como Raúl Rosales, pidió permiso a las autoridades marítimas en Ilo (Moquegua) para realizar trabajos de mantenimiento.
Lo que iba a ocurrir es que iba a recoger una carga de tres toneladas de cocaína, que fueron incautadas antes de ser embarcadas. La droga iba a Europa. El ‘Chapo’ cobraría el dinero.
El juicio contra el ‘Chapo’ en NY concluirá en los próximos días. Podría ser sentenciado a cadena perpetua. Durante el proceso, testigos protegidos aseguraron que sus contactos llegaron a varios países de Sudamérica.
Un experimentado policía antidrogas que opera entre Lima y el Vraem resume así el dogma de su trabajo: “El narcotráfico se reinventa”. El mayor decomiso de cocaína a clanes ligados al Cártel de Sinaloa se reportó en agosto del 2014. En un amplio depósito en Huanchaco (Trujillo) funcionaba una empresa de capitales mexicanos que fabricaba bloques de carbón mineral. Cuando el local fue allanado se descubrió el secreto: en cada bloque se abría un pequeño forado donde se colocaba un paquete con droga; luego el boquete era sellado con carbón líquido y otros químicos. Fueron detenidas ocho personas, entre ellas Rubén Larios Cabadas, quien se presentaba como uno de los representantes del ‘Chapo’ en el país.
Los policías demoraron cuatro días en contar las 7,5 toneladas de cocaína pura.
También hay indicios de una visita de Guzmán al Perú en el 2008, en esta ocasión para reunirse con proveedores de cocaína producida en el Vraem, cuyo destino final era Europa y Estados Unidos.
Según informes de inteligencia policial, el ‘Chapo’ Guzmán vino a Lima en el 2004 junto a su socio en el Cártel de Sinaloa, Ismael Zambada ‘El Mayo’. Se habrían reunido en Miraflores con dos peruanos para coordinar un despacho de droga desde el puerto de Chimbote en la embarcación ‘Grichi’.
También hay indicios de una visita de Guzmán al Perú en el 2008, en esta ocasión para reunirse con proveedores de cocaína producida en el Vraem, cuyo destino final era Europa y Estados Unidos.
En el 2015, el entonces ministro del Interior, Alberto Otárola, negó que el ‘Chapo’ se hubiera refugiado en el Perú tras haberse fugado de la cárcel mexicana de El Altiplano.
El juicio contra el ‘Chapo’ Guzmán en NY concluirá en los próximos días. Podría ser sentenciado a cadena perpetua.
El Perú es, después de Estados Unidos, el país que reúne la mayor cantidad de presos de nacionalidad mexicana; a su vez, estos componen la segunda mayor población extranjera en cárceles peruanas.
Según el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), hasta octubre del 2018 había 1.677 presos extranjeros en el país. De ese total, el mayor bloque lo conforman los de nacionalidad colombiana (565), seguidos de los mexicanos (224). De estos, 165 ya tienen sentencia, y en la gran mayoría narcotráfico.
Una de las recientes sentencias dictadas por la justicia peruana fue contra los mexicanos Rubén Larios (18 año de cárcel) y Jhoset Gutiérrez León (12 años), detenidos en el 2014 en Huanchaco cuando se preparaban para enviar 7,5 toneladas de cocaína al extranjero.
No todo el tráfico de drogas entre Perú y México ha sido a gran escala.
En el 2012, la Policía Federal mexicana y sus pares peruanos comenzaron a investigar a una red de narcotráfico que operaba a través de ‘burriers’. Estos viajaban con cocaína escondida en sus equipajes o pegada al cuerpo a través del aeropuerto Jorge Chávez en Lima, y al llegar al terminal aéreo de la Ciudad de México dejaban los paquetes en los baños, de donde eran recogidos por policías de ese país, quienes estaban coludidos con los narcos.
Ese mismo año, tres policías mexicanos estaban listos para intervenir a dos de sus compañeros, pero fueron acribillados por estos en el patio de comidas del aeropuerto. Se presume que había varios otros agentes involucrados, porque hasta las cámaras de seguridad fueron desviadas antes del tiroteo.
Fuente: El Comercio