El virólogo británico Edward Holmes fue la persona que comunicó al resto de la humanidad que un nuevo coronavirus era el culpable de las misteriosas neumonías detectadas en la ciudad china de Wuhan. Holmes publicó el genoma completo del virus el 10 de enero de 2020 y, gracias a aquellos datos, enseguida comenzó la carrera internacional para obtener una vacuna.
El virólogo y sus colegas chinos han encontrado ahora, en murciélagos del suroeste de China, otros cuatro tipos de coronavirus emparentados con el SARS-CoV-2 —el culpable de la covid— y otros tres relacionados con el virus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), otro patógeno que surgió en el país asiático en 2002 y mató a casi 800 personas. Holmes, de la Universidad de Sídney (Australia), habla de una auténtica “sopa de coronavirus” hallada en tan solo 400 muestras de murciélagos tomadas en una diminuta zona de la provincia china de Yunnan, a unos 1.800 kilómetros de Wuhan.
Un hipotético SARS-CoV-3 podría estar ya en esta región. “Las especies de animales salvajes tienen una gran cantidad de virus y es posible que uno de ellos emerja y cause una epidemia o una pandemia en humanos. No son cosas que solo pasan una vez cada 100 años”, advierte Holmes. “Estos eventos de aparición de enfermedades —como la covid— están causados por las actividades humanas, no por los murciélagos y otros animales”, subraya el virólogo. La invasión de los ecosistemas naturales de Yunnan, por ejemplo con la minería de extracción de piedra caliza, expulsa a los murciélagos de sus refugios y los obliga a cambiar de territorios, a menudo en grupos más densos y con una mayor transmisión de patógenos, alerta Holmes. “Es obvio que emergerán nuevos virus”, insiste.
“Es obvio que emergerán nuevos virus”, advierte el virólogo Edward Holmes
Uno de los coronavirus descubiertos, bautizado RpYN06, es el segundo pariente más cercano que se conoce del virus de la covid. Sus secuencias genómicas coinciden en un 94,5%. El más similar sigue siendo el RaTG13, otro coronavirus hallado en la provincia de Yunnan en 2013. Un año antes, a finales de abril de 2012, seis mineros sufrieron una neumonía grave tras entrar en una mina de cobre del condado de Mojiang para limpiar las heces de murciélago. Tres de los afectados murieron. Las autoridades sanitarias chinas sospecharon entonces que el culpable sería un virus desconocido y organizaron campañas científicas de muestreo en la mina.
Aquellos investigadores, del Instituto de Virología de Wuhan, hallaron en los murciélagos de la mina de Mojiang nueve tipos de coronavirus del mismo género que el virus de la covid. Uno de ellos, el mencionado RaTG13, comparte el 96% de su genoma con el SARS-CoV-2. Ambos virus divergieron de un ancestro común hace más de 50 años, según los cálculos del genetista Rasmus Nielsen, de la Universidad de California en Berkeley (EE UU). En términos evolutivos, se parecen como una persona y un cerdo, en palabras de Nielsen.
Un murciélago de la especie 'Rhinolophus sinicus', una de las analizadas en el estudio.
Tres de los cuatro parientes del SARS-CoV-2 descubiertos ahora parecen próximos a otro coronavirus identificado en pangolines incautados por las autoridades aduaneras en la región china de Guangxi, en la frontera con Vietnam. El virólogo Edward Holmes destaca que su estudio “muestra por primera vez un vínculo evolutivo claro” entre los coronavirus que infectan a los murciélagos y los que se encuentran en los pangolines, los animales señalados a menudo como el posible puente que usó el virus de la covid para llegar a los humanos. “Todavía no hay datos suficientes para determinar el papel de los pangolines en la evolución y la emergencia del SARS-CoV-2, si es que han tenido algún papel. Necesitamos analizar más muestras de pangolines para responder a esta pregunta”, explica el investigador.
El virólogo Juan Emilio Echevarría, de la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos, aplaude el nuevo estudio, pero opina que “no aporta nada significativamente nuevo sobre el origen evolutivo del SARS-CoV-2 y mucho menos sobre la fuente epidemiológica de la pandemia”. Echevarría recuerda que los animales más susceptibles al virus de la covid, además de los primates, son los mamíferos de las familias de los visones y los gatos, de las que poco se sabe sobre sus coronavirus naturales.
“No se ha encontrado SARS-CoV-2 en ningún murciélago, por lo que no se explica cómo casi se asegura que son el reservorio natural del virus y la fuente epidemiológica de la pandemia”, señala el virólogo español. “Tampoco se entiende cómo se habla en el mismo tono especulativo de hospedadores intermediarios cuando el SARS-CoV-2 no se ha detectado en ningún animal al que no se lo hayamos transmitido nosotros. Cuesta mucho admitir que no sabemos algo, pero es el único punto de partida posible para poderlo aprender”, afirma Echevarría.
La zoóloga Alice Hughes y un colega, en una cueva habitada por murciélagos.
El propio Holmes ha señalado desde el inicio de la pandemia a los murciélagos como probable reservorio de virus progenitores del SARS-CoV-2. Su equipo recuerda que otros coronavirus también saltaron a los humanos desde animales intermediarios, como el virus del SARS, transmitido a las personas por civetas —un pequeño mamífero del sudeste asiático—, y el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), que brincó desde los dromedarios. En ambos casos, los murciélagos son “probablemente importantes reservorios”, según defiende el nuevo estudio de Holmes, todavía un borrador pendiente de revisión por científicos independientes.
Los autores recuerdan que el 22% de todas las especies conocidas de mamíferos son murciélagos. Los siete nuevos coronavirus emparentados con los virus de la covid y el SARS se han encontrado en tan solo 11 kilómetros cuadrados, según ha recalcado la zoóloga británica Alice Hughes, investigadora del Jardín Botánico Xishuangbanna, en la provincia de Yunnan, y coautora del trabajo. Hace un mes, el equipo del virólogo chino Linfa Wang halló en murciélagos de Tailandia un coronavirus que compartía un 91,5% de su genoma con el SARS-CoV-2.
El pasado 4 de marzo, 26 académicos de diferentes países enviaron una carta abierta a periódicos de todo el mundo, entre ellos EL PAÍS, para exigir una investigación exhaustiva de “todos los escenarios posibles” en el origen de la pandemia, incluyendo un hipotético contagio de un científico en China al manipular muestras de murciélagos. El virólogo Edward Holmes declina hablar sobre esta carta, firmada principalmente por investigadores ajenos a la virología, como el ingeniero industrial español Francisco de Asís de Ribera. Uno de los virólogos firmantes, el francés Etienne Decroly, de la Universidad de Aix-Marsella, defiende que “siguen siendo posibles varias hipótesis —zoonosis, accidente de laboratorio, etcétera— y deben investigarse a fondo”.
El científico danés Peter Ben Embarek, jefe de la misión de la Organización Mundial de la Salud enviada a China para investigar el origen de la pandemia, afirmó el 9 de febrero que su hipótesis principal es que el nuevo coronavirus saltó desde los murciélagos, su “reservorio natural”, a los humanos a través de otra especie animal indeterminada. Es “extremadamente improbable” que el virus saliera de un laboratorio, declaró Ben Embarek.
Fuente: El Pais