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Desde el caserío de Yuraq Cancha, anexo de San Luis de Huañupiza-San Juan de Yánac

Con una voz, firme y fuerte presentamos este sencillo y misterioso monologo, con sensación de soledad, y un sonido de tristeza y dolor.

Foto de archivo a titulo indicativo.
 

David Vilcapuma Gutiérrez - Licenciado en Educación 

 


Desde el caserío de Yuraq Cancha, anexo de San Luis de Huañupiza, distrito de San Juan de Yánac, estancia del otrora don Gerardo Vilcapuma Saravia (1905-1950), (Q.E.P.D.), uno de los patriarcas de la familia.

Con una voz, firme y fuerte presenta este sencillo y misterioso monologo, con sensación de soledad, y un sonido de tristeza y dolor.

 
Cuando se sufre en silencio


Hoy llueve, suavemente como aquella noche, cuando caminaba por los caminos de Yuraq Cancha, Eusebio había estado bebiendo unas copas de chamiscol, cuando retornó a la casa, casi no podía pararse de pie.

Al entrar al patio, escuchó una melodía hermosa, nunca había oído ese tipo de música. Creo que era música Folklórica de los andes.

Era tan triste y nostálgico que causaba pena y dolor. No recordaba nada, pero dice que se acostó, luego trató de recordar, pero todo fue en vano. No pudo dormir, la música no le dejaba dormir en absoluto y estaba despierto.

En seguida se había levantado a beber uno tragos más y al caminar creo que se había tropezado varias veces. Eusebio no recordaba bien. Llegó donde estaba el chamiscol y se tomó todo lo que pudo, llevándose lo que quedaba de la botella, hasta su dormitorio.

En la esquina de la casa había, una piedra en la cual estaba sentada su mamá, Eusebio sale del dormitorio y se sorprende al ver a su madre. ¿Mamá, que haces allí? –le dice. ¿Tú tampoco puedes dormir? –No, no puedo dormir, contestó su madre.

Estoy escuchando esa hermosa música, que me llena de alegría el corazón. Sabes, al escuchar esa música, uno se olvida de esa terrible soledad. A veces, no puedo contener mi llanto, sin cesar pero no me hagas caso hijo, vete a dormir.

Luego casi llorando se acerca a su madre y le dice: mamá te amo mucho, quiero confesarte que yo también siento esa soledad, en lo más profundo de mí ser. Por eso he estado bebiendo licor, tú me comprendes verdad mamá.

A veces, no puedo dormir y me siento tan solo y por eso me refugio en el licor. Comprendo hijo, cuando estés bien hablaremos.

Si mamá ahora iré a dormir, por esta vez, mañana cuando amanezca, será un nuevo día. Esa noche Eusebio no pudo dormir, porque se la pasó pensando.

Eusebio dice: Ahora comprendo madre. ¿Tú también te has sentido tan sola mamá? Dios mío, no, no, no. ¿Cuánto tiempo has vivido así madre linda?, con esa maldita soledad, entre llantos, esa maldita soledad que te llevó a terminar tu existencia.

Chincha, mayo 2017.
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