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Por: David Auris Villegas - Escritor/Pedagogo davidauris@gmail.com |
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Una astuta y golosa cangreja, trepaba una planta de bambú con el objetivo de tragarse a los polluelos del pájaro carpintero. En su agotadora travesía, se encontró con la vecina de los pajarracos y esta le preguntó con curiosidad.
— ¿A dónde vas tan de prisa querida comadre?
La gordita cangreja, respondió muy alegre.
— Llevo estos sabrosos bichos para mis queridos ahijados.
Escuchando esta respuesta, la experimentada vecina percibió la intención de la cangreja y recordando la pérdida de sus muchos polluelos, acopió valor y fieramente picó el ojo izquierdo dando por el suelo con la desgraciada cangreja, que inmediatamente fue recogido por un pescador que por ahí pasaba.
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