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Escribo este artículo para celebrar el Día del Maestro peruano cada 6 de julio. Más allá de analizar sus limitaciones, me limitaré a reconocer su valiosa labor que desempeñan en la sociedad y su impacto positivo en nuestras vidas y en el futuro de nuestra nación.
Me complace celebrar su dedicación, pasión y compromiso con la educación, así como la de moldear nuestras personalidades. Su papel rebasa la difusión de conocimientos, ya que son responsables de salvar vidas, inspirándonos a ser mejores ciudadanos.
Según los expertos, los educadores son guías, mentores y auténticos agentes de transformación. Se trata de aquellos que nos brindan la oportunidad de identificar nuestras inquietudes, desafiar nuestros límites y erigir nuestro potencial. Nos impulsan a reflexionar con gran eficacia y a perseguir nuestros anhelos, con perseverancia y disciplina en el sendero de la búsqueda de nuestra realización personal.
En este contexto, es posible aseverar que los educadores son los arquitectos del futuro del Perú, puesto que, en las aulas, moldean los fundamentos de la sociedad, enriqueciendo las mentes y corazones de los jóvenes, brindándoles herramientas necesarias para transformar su contexto y su realidad, y así lograr una vida exitosa, en un mundo que exige una cuota de esfuerzo, para construir una sociedad con grandes expectativas.
Tenemos presente que, en cada objetivo y meta alcanzados, se encuentra un maestro que creyó en nosotros cuando no poseíamos la capacidad de creer en nosotros mismos. No solo nos proporcionan habilidades cognitivas, sino también nos proporcionan lecciones de vida, valores éticos y empoderan con su presencia la vida de los estudiantes.
Asimismo, deseo recordarles que cada lección establecida, cada consejo y cada sonrisa regalada otorgan una experiencia ineludible en nuestras existencias. Lo que se trata es resaltar y estimar su valiosa dedicación y compromiso. Los maestros son capaces de reconocer el potencial particular de cada estudiante y potenciar su confianza y autoestima. Los educadores son el respaldo y la voz de aliento que pueden expresar una transformación significativa en la existencia de un estudiante en situaciones de dificultad.
También, observamos que los educadores han convertido en una tarea fundamental de su labor detectar signos de angustia emocional, estrés o problemas de salud mental en los estudiantes. Al identificar estas señales y brindar asistencia oportuna, los educadores intensifican el enfoque visionario de los estudiantes, que constituye una herramienta crucial para lograr una vida con mayores opciones de desarrollo.
Porque nunca perdiste la fe en despertarte cada mañana, para ir con tanto entusiasmo y alegría a la escuela y, hacer de los estudiantes, personas más felices y mejores. Por esto y por todo lo que haces y harás, te envío muchos ¡Abrazos pedagógicos, maestras y docentes!, quienes, gracias a ustedes, he redactado este artículo.
@davidauris |
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.
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