Escritor/Poeta/Pedagogo |
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Cada cinco de octubre celebramos, el Día Mundial Docente, comprometidos a esbozar un mundo de posibilidades humanas. Paradójicamente, la pandemia nos empuja homenajear a la sagrada memoria de millares de docentes, caídos bajo las garras del Covid-19. Sin embargo, como militantes de la educación, continúan transformando vidas, para un universo más amoroso, solidario, inteligente e inspirador.
En este precario acontecer, los docentes, enarbolan el maravilloso desafío de consumar la creación divina porque quieren al prójimo y ejercen de guía espiritual a personas de cero a cien años, ubicándose al centro de la sociedad, cual joya de la corona mundial en palabras de Francisco Mora.
Para tributar esta noble labor humanitaria que llevan a cabo los docentes del planeta, la Unesco, Unicef, la Organización Internacional del Trabajo y la Internacional de la Educación, acordaron homenajear a docentes de todos los niveles, cada 5 de octubre desde 1994, estando pendiente declarar ese día, feriado y silencio mundial, para reflexionar que solo la educación podrá asegurar nuestra supervivencia.
Preocupado por revalorar la enorme responsabilidad de los docentes, la Fundación Varkey, ha instituido el premio, Global Teacher Prize y ha publicado el Informe mundial 2018 que, la docencia en muchos países subdesarrollados es una profesión irrelevante, mientras en países asiáticos y los llamados desarrollados son valorados, demostrando una palmaria correlación, cuando es mayor la valoración docente estamos más cerca del desarrollo sostenible.
Asimismo, el Informe del 2021 de la Internacional de la Educación sobre la situación del personal y profesión docente del mundo, por Greg Thompson, concluye la existencia de una sobrecarga laboral, escasa remuneración, precariedad laboral, infravaloración de la profesión docente, naturalmente perpetrado desde las clases gobernantes, contra la natural aspiración social en plena pandemia.
“En este contexto, mientras los gobernantes no abren sus mentes y desarrollen políticas de estado para mejorar la calidad de vida desde la educación, revalorizando a los docentes como únicos líderes del cambio, continuaremos anclados en la pobreza e inequidad, lejos de la oportunidad global, engendrando el malestar social que probablemente provoque revueltas de insospechadas dimensiones.” |
La Unesco recomienda a los países, invertir en docencia por sobre los homenajes. Conscientes de esta hermosa profesión, seguramente el mayor homenaje es compartir la alegría de sus estudiantes y más allá de modestos estipendios, han logrado adaptarse a los constantes cambios, sobreponiéndose a la pobreza y acudiendo a las invencibles armas de una sonrisa, un lápiz y papel, se han convertido en el único ejército mundial sin fronteras, capaces de conservar la paz mundial.
En ese sendero, erigen una sociedad fraterna e inteligente y apuestan fortalecer los valores compartidos como: democracia, respeto, tolerancia, solidaridad y fraternidad entre humanos, haciendo de su profesión una forma de vida extraordinaria, para trasmitir el legado a las nuevas generaciones dignos de superarnos en todo.
Esa responsabilidad docente, se materializa en vivir con entusiasmo y lograr la excelencia humana, imprimiendo su diferencia en el ecosistema familiar y social, pues los educadores y educadoras siempre inspiran y están educando todo el tiempo, sensibilizando el sentimiento y pensamiento de las personas.
Han aprendido que hay grandeza en todo ser humano como dice Mario Alonso Puig, por ello están obligados a transitar desde el profesorado hasta graduarse de maestros y maestras, para descubrir y potenciar el talento natural de las niñas y niños, rumbo a la realización humana.
A pesar de múltiples limitaciones y sinsabores como maestras y maestros, aceptemos el desafío de ser dignos imitadores de Cristo y coincidiendo con Francisco I, renovemos la educación desde nuestra práctica pedagógica, promoviendo la fraternidad universal y el intelecto humano para el desarrollo sostenible, encendiendo la antorcha del presente y futuro de la humanidad.
© David Auris Villegas. Escritor, cuentista, poeta, columnista y pedagogo peruano. Ideólogo y teórico de la educación para el desarrollo sostenible.
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