“Me aventuro a proponer ocho preguntas que pongo a consideración pública de ambas candidaturas o de un/a periodista que quiera libremente hacer uso de ellas”.
Grandes temas han estado prácticamente ausentes de esta campaña. Por ejemplo, estrategias de desarrollo nacional o el contenido de la política exterior. Entramos así al final de la segunda vuelta con esas carencias y dos características fundamentales.
Primero, un bajo grado de representación electoral en la que ambos finalistas juntos superan ligeramente el 30% de la votación. Un inmenso bolsón de alrededor del 70%, pues, votó por otra candidatura o en blanco/nulo. Solo una parte de ese 70% ha definido ya sus preferencias.
Segundo, la alta –y evidente– polarización. Alimentada esta, en buena medida, por la costosa campaña apocalíptica sobre el supuesto peligro inminente del “comunismo”, etiqueta usada facilistamente en la historia hasta diluirse. Más allá de gestos como esos que lindan con el folklore, el hecho real es que hay como telón de fondo un quiebre social que está a flor de piel. En ello, si los estratos AB y la mayoría de Lima parece preferir a KF, PC es la ostensible carta de “los de abajo” y de la mayor parte de las zonas rurales.
Curso polarizante que se alimenta, en el lado de Keiko Fujimori, de dos cosas. Uno: el cuestionado pasado del fujimorismo: corrupción sistémica, ataque a la democracia y a los derechos humanos. Dos: la conducta política de ella misma en los últimos cinco años, el abuso de poder y hechos graves de corrupción por los que la fiscalía ya está acusando.
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En el lado de Pedro Castillo, están pendientes una serie de precisiones en términos de economía (que se espera se empezarían a conocer estos días y se espera sean viables y sostenibles a diferencia de muchas de las cosas planteadas en el ideario de su partido). En lo hasta ahora dicho, se mezclan propuestas sobre la revisión del modelo económico y de la Constitución, junto con otras que se han ido modificando en las últimas semanas y no están del todo claras. Quedó atrás, para bien, lo de “disolución” del TC o de la Defensoría. Pero dichos de personajes del entorno de su partido, según los cuales en algunos se plantearían intenciones de no respetar como se debe la Constitución, alimentan esta polarización.
Muchos en el electorado tienen, por cierto, sus propias dudas o preguntas para poder decidir por quién votar. Me aventuro a proponer ocho preguntas que pongo a consideración pública de ambas candidaturas o de un/a periodista que quiera libremente hacer uso de ellas.
1. La pandemia: ¿Seguirá con el programa de vacunación y de adquisición de vacunas en marcha? ¿Añadiría algo más –concreto– a lo que se está haciendo?
2. Congreso: ¿Cree usted que, de ganar, tendrá mayoría en el Congreso y cómo gobernaría en estricto respeto de la Constitución de no conseguir esa mayoría?
3. Medio ambiente: ¿Cuál es la principal amenaza actual para el medio ambiente en el Perú? ¿Promoverá la ratificación del Acuerdo de Escazú, en vigencia desde el 22 de abril, y que por debilidad del gobierno de Vizcarra y decisión del Congreso el 2020 nos dejó fuera?
4. Minería: ¿Cómo piensa mantener y ampliar la inversión minera –fuente de cerca del 60% de nuestros ingresos por exportaciones– articulándola con los procesos de consulta previa a la población del área de influencia, obligación contenida en tratados y en la ley nacional?
5. Seguridad ciudadana: ¿Cómo piensa promover la participación ciudadana y regular su funcionamiento para que no se convierta en fuente de excesos o abusos?
6. Libertad de expresión: ¿Cuáles son y cómo enfrentará las principales amenazas a la libertad de expresión en la actualidad?
7. Tribunal Constitucional: ¿Los nuevos miembros deben ser elegidos por este Congreso o el siguiente?
8. El mundo: ¿Cuál debe ser la prioridad en la integración/coordinación latinoamericana? ¿Qué organización y con qué objetivos centrales?
Fuente: La Republica
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