Por: David Vilcapuma Gutiérrez Licenciado en Educación Difusor de la literatura oral de la serranía chinchana. |
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Nació en el anexo san Luis de huañupiza el 23 de febrero de 1937, sus padres fueron don: Leopoldo Saravia Sánchez y doña: Jacinta Aguado Armas, entre sus hermanas tenemos a Aguida Saravia Aguado y Norberta Saravia Aguado.
Cuenta que su niñez y adolescencia lo pasó sin mayores sobresaltos, pero como todo niño del ande vivió asumiendo responsabilidades desde muy pequeño, hasta la actualidad es un hombre humilde preocupado por el desarrollo de su pueblo, honrado y muy trabajador, valiente y luchador.
Aprendió que la disciplina y la perseverancia es una herramienta importante para inculcar a sus herederos, como padre fue estricto y recto en la crianza de sus hijos, llevándolos por el buen camino y haciéndolos hombres y mujeres de bien.
Todos los que lo conocemos admiramos en él su sencillez y transparencia, hombre dedicado como oficio a la agricultura y ganadería, quizá mucha gente no lo comprenda pero cuando sus brazos oprimían la del amigo lo hacía con ternura.
Joven contrajo matrimonio con doña: Norberta Quispe Auris, con quien tiene varios hijos siendo los siguientes: Edgar, Sonia, Eda, Elisa, Noé Abet, Lindir, Barni, Edly, Marlene, Jaider y Johnny Saravia Quispe.
A la edad de 19 años empezó con su afición por la música, integrando la orquesta y la banda de músicos de su localidad, cuyo nombre era Santa Cecilia, donde tocaba el instrumento de viento saxo, fue uno de los tantos aficionados a la música en el anexo san Luis de Huañupiza, distrito de san juan de yánac.
En 1985, ya a sus 34 años asumió cargos importantes en su pueblo, siendo designado como agente municipal y posteriormente juez de paz, cumpliendo su misión con responsabilidad y decencia siempre a honoren.
La pérdida de su señora esposa lo afectó mucho, fue muy doloroso para él y sus descendientes, su diario caminar por esta tierra, con sus defectos y virtudes es una lección de humildad genuina, amor a la vida, cariño por sus seres queridos y sus innumerables amigos.
Aprovechamos para expresarles nuestro más sentido pésame, por tan grande e irreparable pérdida de su ser más querido, como fue su señora esposa (Q.E.P.D)
80 años de esfuerzo de entrega, lucha cotidiana, por su pueblo y su familia. Luchador incansable, tenaz e incomprendido por mantener vigente el cultivo del arte la música y el folklore andino.
En su tiempo, luchó y trabajó arduamente con los delegados y personeros de cada comunidad; algunos mezquinos seguramente se olvidaron de él. Fue un gran honor reencontrarnos nuevamente, esta vez para darle un merecido reconocimiento en vida gracias a sus hijas por permitirnos acercarnos a su linda familia.
La lucidez, su sonrisa, su gracia sigue a flor de piel, pese a que por su edad, ha perdido grandes compañeros de batalla, también algo de los sentidos que se van deteriorando.
Pero nada más merecido que un homenaje a uno de los hombres más preclaros del anexo San Luis de Huañupiza, distrito de San juan de Yánac, que a lo largo de su vida han dado lo mejor de sí por la mejora de su pueblo.
El informativo Huachos.com y este modesto servidor se complace en brindar este valioso aporte a la colectividad y cómo es de costumbre desde llama rumi, con cariño narro con sencillez, escalando los altos muros para:
Volverte a ver
Volver a verte es cómo un sombrío presentimiento que ronda en mi corazón.
Volver a verte es cómo un sueño hermoso que despierta deseos.
Volver a verte es cómo abrirse a la vida y respirar en calma.
Volver a verte es cómo seguir pensando en un amor lejano.
Volver a verte es cómo un deseo contenido que se asoma.
Volver a verte es cómo una magia inquietante que sorprende.
Volver a verte es la fuerza que engrandece mi alma.
Volver a verte es cómo el amanecer radiante de la mañana.
Volver a verte es cómo la alegría más grande que siente mi corazón.
Volver a verte es cómo un regalo de dios porque no hay nada más linda que verte corazón.
Chincha, julio de 2019.
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