Llama la atención que, en el debate económico en el Perú, el tema de la crisis climática no esté todavía presente.
Salvo, quizás, en algunas coyunturas, como cuando algún fenómeno meteorológico extremo aparece y golpea el país, generando daño e impactos importantes.
#COENInforma
— COEN - INDECI (@COENPeru) August 30, 2023
El 29/8 inició un #IncendioForestal en el sector Ruriquilca, distrito de Chavín de Huantar, provincia de Huari (Áncash) que viene causando daños a la cobertura natural. (1/2) pic.twitter.com/8vKd0ZYcCX
CP Uquia, distrito Independencia, provincia Huaraz (Áncash).
Comunidad Isivilla, distrito Corani, provincia Carabaya, Puno.
Por ejemplo, después de haber pasado este año por El Niño Costero y con El Niño Global ad portas, las proyecciones que se hacen dicen que el impacto podría ser de entre el 1% y el 2% del PBI, lo que equivaldría a pérdidas de hasta 18 600 millones de soles. El presidente del BCRP ha señalado que “ya se está sintiendo (los efectos económicos) y se espera con más fuerza en el cuarto trimestre y el próximo año”.
Sin embargo, proyectar puntualmente los impactos de un fenómeno meteorológico extremo en la economía es, hoy en día, largamente insuficiente. Lo cierto es que ya estamos viviendo en una nueva “normalidad” caracterizada por una crisis climática que está acompañada de un conjunto de eventos que serán cada vez más continuos y hasta se convertirán, en algunos casos, en permanentes. Por lo tanto, no cruzar la variable climática con la economía es no entender lo que realmente está pasando en el planeta.
Y esto es mucho más grave en la región: Naciones Unidas ha advertido a los países de América Latina y el Caribe que, durante las próximas décadas, se van a reproducir con cada vez más fuerza olas de calor, inundaciones, sequías y huracanes. En América Latina, las estimaciones de los costos económicos del cambio climático se sitúan entre el 1.5% y el 5% del PBI regional.
Y por supuesto, el Perú no es la excepción. Más aún por su situación geográfica y climática, la alta dotación de bienes naturales, como los bosques primarios amazónicos y en general su gran biodiversidad, hacen que nuestro país sea especialmente vulnerable: proyecciones realizadas hablan de pérdidas equivalentes al 6.3% del PBI al 2030 y si no se reacciona a tiempo, suben a más del 20% al 2050. Según un reciente informe del Banco Mundial para el caso peruano, sequías, inundaciones, deslizamientos de tierras, contaminación de fuentes de agua y ausencia de saneamiento seguro para la población, representan un costo entre US$ 8400 millones y US$ 13 400 millones por año.
¿Hasta cuándo se va a seguir ignorando en el análisis económico esta realidad? ¿Hasta cuándo se va a seguir improvisando frente a los sucesivos eventos climáticos que nos están golpeando y lo seguirán haciendo? Se necesita hacer adaptación y mitigación con urgencia. Es necesario invertir en infraestructura que permita hacer frente a eventos que serán cada vez más extremos, protección de ecosistemas, gestión del agua, proteger la agricultura, hay que desarrollar una mayor capacidad de alerta meteorológica, etc. La premisa es que la prevención permite proteger a las poblaciones, sobre todo a las más vulnerables, la infraestructura estratégica, los sistemas productivos (que deben adecuarse con urgencia a la nueva situación), etc. Hacer todo esto es menos costoso que reconstruir cada cierto tiempo los graves daños que generan los eventos climáticos extremos.
Cuando tenga delante a un economista, una manera de evaluar su competencia es si, en sus análisis y propuestas, la variable crisis climática está presente. Si no está presente, se ha quedado desfasado. Es un economista del siglo pasado.
Fuente: CooperAcción
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