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Ante la ola de criminalidad que vapulea a toda Latinoamérica, los ciudadanos alzan su voz contra sus autoridades y muchos de ellos enfilan sus críticas al sistema educativo, acusándolos de que no están practicando una pedagogía con acciones preventivas.
Es posible que tengan razón, ya que la educación es el instrumento que conduce el destino de las personas, dotándolos de habilidades y valores que les permite compartir un ambiente armonioso. Si esta tarea no se logra, nos encontraremos en escenarios más violentos que en la actualidad.
De acuerdo con la encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el 80% de los peruanos se sienten expuestos a la delincuencia. Este problema genera muchas expectativas en los líderes del país y algunos de ellos plantean aplicar “el famoso plan Bukele” para frenar a la delincuencia, olvidando reclamar mayor presupuesto, recursos y apoyo logístico a las escuelas que es el campo de batalla donde puede asegurarse una generación más amorosa y con mayores perspectivas de vida.
El experto pedagogo Rafael Bisquerra, consciente del papel fundamental de la educación, sostiene que debemos fomentar la educación emocional, para prevenir la violencia. Esto requiere la elaboración de un plan educativo a fin de fomentar la coexistencia y la resolución de conflictos, vigorizar la empatía, dominar la ira y las emociones negativas de manera constructiva.
Por otra parte, es preciso que los estudiantes entiendan los efectos legales y éticos de sus acciones. Esto les permitirá tomar decisiones acertadas y comprender las consecuencias nefastas en el futuro si emprenden el camino del mal, y al mismo tiempo, es perentorio hacerlos visualizar el maravilloso futuro si toman decisiones correctas con el solo hecho de respetar a los demás.
En esta travesía, es fundamental invitar desde el ámbito educativo, a la comunidad, al sector empresarial, organizaciones civiles y voluntarios, con el objetivo de que desarrollen talleres de emprendimiento, autoestima, liderazgo, con especial énfasis en los estudiantes en riesgo como parte de la política pública de seguridad ciudadana con enfoque de derechos humanos, impulsada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD)
Igualmente, comprendamos que la guerra contra la criminalidad se inicia en nuestras aulas, donde es esencial brindar a los estudiantes las herramientas y el apoyo necesarios para que tomen decisiones beneficiosas en sus vidas que contribuyan a la realización de sus sueños y, al mismo tiempo, favorezcan al desarrollo de nuestro país.
Por último, cada uno de nosotros, ya sea como progenitores, educadores, miembros de la comunidad, líderes políticos o comunicadores, debemos colaborar en la educación preventiva. Nuestra responsabilidad como personas comprometidas con la seguridad ciudadana, es hacer comprender a los estudiantes que, si respetan a los demás, tendrán un brillante futuro y un país más próspero.
@davidauris |
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV
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