Por: David Auris Villegas - Escritor/Pedagogo https://orcid.org/0000-0002-8478-6738

Era un brillante profesor universitario, cuyo inocente encanto deslumbraba a sus estudiantes. Sin embargo, detrás de esa noble fachada se escondía un astuto seductor de mujeres, acostumbrado a abandonarlas después.

Una tarde de fiesta, mientras el aire fresco estaba anegado de alegría y música, conoció a una hermosa muchacha que la conquistó con relativa dificultad. Sus días fueron maravillosos y repleto de promesas vacías; ella le susurró algo que él prefirió no escucharlo.

Al regresar a casa, el recuerdo de ella desapareció, pero en los días siguientes, algo extraño sucedió.  Repentinamente, pronunció el nombre de la muchacha que ensombreció al aula. No le prestó atención, pero con el correr de los días, fueron agudizándose más y más. Cada noche la soñaba. Al despertar degustaba el sabor de sus labios que le impedía saborear las comidas, pues solo ella habitaba en sus pensamientos.

Exasperado al no soportar este torbellino de emociones que lo consumía día y noche, abandonó su labor pedagógica y se lanzó a la búsqueda de su loco amor por ciudades y en las autopistas de la Internet. Después de siete años, la encontró, feliz y casada, y asombrosamente ella no se acordaba del lejano idilio que a él lo atormentaba.

Desolado, el profesor regresó a su urbe. Se transformó en un espectro y retazos de pena, lo que provocó que lo echarán de la universidad. Muchas personas dicen que ahora deambula por las calles y plazas, invocando como un conjuro el nombre de la única mujer que tanto había amado.

© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC