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Por: Eucadio Gutiérrez Solano - Profesor/Periodista
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A pesar de 5 siglos de oprobio, engaño y criminalidad que cometieron los españoles en contra los peruanos, bajo la guías y traición de los felipillos y tantos pillos”, asistimos ahora, con el cuento de las elecciones, a la réplica de esa macabra historia, donde los del norte entregaron a Atahualpa a los bastardos barbudos.
Ayer los traidores reunieron el oro y la plata para entregar a los pastores de puercos y criminales, contribuyendo con el asesinato en serie a nuestros hermanos, hoy levantan la bandera peruana, nacida en Paracas, para entregar a una “foránea” que ya estuvo en el gobierno, y que muchos de los congresistas electos apoyaron los crimenes y asesinatos, como el grupo “Colina”. Es el colmo de los colmos.
El peruano lleva como un lastre el sello “más me pegas, más te quiero”, “más me robas más te quiero”, realidad inocultable. Quién escribe estas líneas conoce decenas de casos “que el castigo físico propinado por un ser querido a su pareja”, en vez de merecer sanción, les sirve unidad, se trata de una especie de pasta atrayente. Por analogía la vida corrompida les agrada, es parte de su mundo. Les fascina que les den de comer.
Un familiar cercano era víctima atroz de su esposo que a diario la maltrataba a vista y paciencia de muchas personas por ser un malandrín y “sacavueltero”. La mamá al ver a su hija constantemente golpeada con salvajismo denunció el hecho punible a la PNP. El resultado fue increíble. La hija ante la policía declaró que la denuncia de su madre era falsa, y que su esposo nunca les pegaba, y las huellas de los golpes eran producto de una caída. Similares sucesos son frecuentes. Muchas mujeres han muerto por la ferocidad de sus esposos.
Estas escenas son tan falsas como el oropel.
Vemos que en la política esto se hace más evidente. A los ciudadanos no les interesa que les roben o sean sinvergüenzas. Basta y sobre que les den comer, que les permita robar y vivir en la corrupción, predominado el egoísmo.
Para un buen sector de peruanos esto caso es inaceptable, es una humillación, como la de vestir a una “extranjera” con atuendos estrictamente nacionales. Como vemos poco les falta canonizarla y adorarlas. Esta clase de gente no conoce la moral ni la identidad nacional. La peruanidad está por los suelos.
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