Por: Eucadio Gutiérrez Solano

 
Insólito pero cierto. La limeñísima opinóloga de pacotilla, de precaria preparación, Camila Bozzo, en su columna, diario Perú 21, edición jueves 4 de noviembre, titulando su comentario: ¿Y EL MINISTRO DE EDUCACIÓN?, dice, “la misión del ministro Gallardo colisiona, precisamente, con el enfoque meritocrático que busca alcanzar una educación de calidad…”

¿Qué es meritocracia en el cerebro de Camila Bozzo? Basta analizar el siguiente escrito de ella que -en un solo párrafo- balbucea y no tiene salida: dice, “al final de cuentas, el progreso de un país se construye sobre una educación de calidad. Sin ella será imposible romper el círculo vicioso de la pobreza intergeneracional y la deseada igualdad de oportunidades será una eterna aspiración”. No sabemos qué querrá decir en su mamotreto. Lo grave es que la llamada meritócrata, no sabe muy bien el uso de la lengua castellana, tal es así, solo entre 2 puntos, repite el verbo ser (será). Esta barbaridad hasta un profano no lo hace. Pero -así- es la calidad de persona que cuestiona a un maestro de capacidad demostrada.

El profesor Carlos Gallardo Gómez es uno de los profesionales que conoce muy bien el proceso educativo del Perú. No se trata de un patán ni politiquero del callejón. Con Gallardo podemos conversar sobre pedagogía, metodología, paradigmas y retos de la educación peruana, entre otros temas. Vale decir sus virtudes y defectos. En suma, se puede hablar de la Reforma Educativa. Por ahí, los fantoches y energúmenos mentales tratan de restar el nivel educativo que posee el ministro Gallardo. Los espantapájaros mentales por cuestiones políticas y animadversión personal, socaban la permanencia del profesional competente en la cartera de educación. Lo que sucede es que Carlos Gallardo no es muñeco manejable, menos un títere que se mueve a gusto de los corruptos y sinvergüenzas. Es muy posible que los corruptos que trabajan en el Ministerio de Educación sean quienes se espantan por la presencia de un profesional honesto como Carlos Gallardo, y escarban hasta lo que come y defeca, para saber qué es lo que ha comedio o qué moléculas extrañas hay en su organismo.

Pues, no entendemos que una perfecta incapaz sea la persona que cuestiona a un capaz y hable de calidad educativa. La calidad educativa está en cada maestro, no en el examen rendido. Se trata del ser humano que modela a un ser humano. Para ser maestro tiene que saber convivir con los estudiantes. No se trata de números, sino de cerebro que trabaja con cerebros. Una cosa es memoria, o maestro robot y otra es ser docente inteligente, creador y productor.  Sino no saben del papel del maestro, los burros deben callarse.

Recalcamos la calidad educativa no está en el examen, sino en la mente del maestro creativo, modelador de espíritus para que actúen en la vida. Conocemos muchos casos de profesores de capacidad superior que no aprobaron los exámenes rendidos, excelente en la enseñanza y el saber, pero lamentablemente no aprobaron el examen memorístico preparado por idiotas. Para evaluar a un maestro hay que ver su rendimiento en el aula, en la comunidad, y su desempeño dentro de la familia. Un buen maestro mueve la comunidad hacia un futuro mejor.  Se trata de un revolucionario de su hogar, ejemplo de la sociedad. El docente no es un gana pan cualquiera.

De modo el profesor Gallardo es el apóstol de la educación salido de un hogar humilde. Preparado y disciplinado honestamente. Conoce muy bien la realidad peruana. Los sátrapas cuestionadores, son como los camarones, que retroceden, crustáceos que tienen excrementos en la cabeza. Basta ya de acusetes y críticos de rabadilla. Dejen trabajar al maestro Gallardo. Seguiremos, desenmascarando a los idiotas y tontos útiles.

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