Escritor/Pedagogo davidauris@gmail.com |
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Como profesor y columnista, estoy convencido de que es más importante vivir de manera optimista, en lugar de atormentarse por los sinsabores de la vida. De acuerdo con nuestro estado de ánimo, impactamos y transformamos la vida de los estudiantes, haciendo de ellos más felices o infelices. No obstante, guiarlos hasta lograr construir su mejor versión es nuestro deber.
En un planeta impredecible y líquido, en el cual los valores prácticos y los conocimientos, rápidamente se diluyen y se multiplican debido al imparable progreso de la ciencia. Las expectativas de los niños, adolescentes y de la sociedad, se encuentran en las espaldas de los educadores como alma de la educación, puesto que en sus manos radican cierta parte de lo que ellos vivirán mañana. Esta enorme responsabilidad formativa, lo convierten en garantes de una sociedad más justa, equitativa y con mayores oportunidades para todos, en correspondencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 4 al 2030.
Abocados a formar buenas personas, para un mundo más democrático y sostenible, creo que los docentes debemos abrazar la resiliencia y apoyarnos en tantos referentes mundiales, quienes coinciden que la educación transforma vidas. Se consigue esto desde la labor pedagógica inspiradora, lo cual es un desafío para la comunidad docente, porque somos los profesionales más vapuleados en los países en vías de desarrollo.
“¿Cómo podemos contagiar de entusiasmo a los estudiantes, cuando la sociedad poco nos valora? Es cierto, pero los maestros convivimos con los estudiantes en nuestra labor pedagógica, por lo que ellos, terminan influenciados por nosotros.” |
¿Cómo podemos contagiar de entusiasmo a los estudiantes, cuando la sociedad poco nos valora? Es cierto, pero los maestros convivimos con los estudiantes en nuestra labor pedagógica, por lo que ellos, terminan influenciados por nosotros. Por ello, esforcémonos en cultivar una actitud alegre ante la vida cotidiana, para transmitir esa cualidad en las aulas, como una forma de vida, según afirma Víctor Küppers.
Esther Wojcicki sostiene que los educadores somos responsables de formar estudiantes que consideren a sus compañeros, amigos y no competidores. Al verse como aliados, cada día al despertarse sabrán que cuentan con su socio de la vida para realizar sus sueños. La presente acción implica que la comunidad docente pueda exhibir su vivencia en las instituciones educativas con base en la empatía. Esto refuerza el concepto de prójimo que, en estos tiempos, no tiene trascendencia debido a nuestro individualismo alimentada por las redes sociales.
Asimismo, los docentes, a pesar de sus limitaciones económicas, han de abocarse a impulsar la pasión por el aprendizaje y la innovación, esto lo evidencian ante los estudiantes mediante hechos. Escriben y autopublican libros virtuales, brindan conferencias, producen y comparten contenidos en la autopista de la internet.
Sin embargo, ¿los educadores están inspirando a los estudiantes? En el Perú hay pocos y cuando algunos de ellos ganan premios, la mayoría abandona la escuela y se pasan a las universidades o se convierten en funcionarios. Lo cual no está mal. Por consiguiente, además de adquirir conocimientos, aprendamos las actitudes inspiradoras de personas como, Gisei Dionicio Antazú y tantos otros, que han demostrado una extraordinaria pasión por la vida.
Para terminar, en un entorno en el que la educación es una fuente primordial para el progreso humano, sin importar su situación y condición, los educadores, con sus actitudes positivas, pueden contribuir a mejorar la vida de millones de estudiantes.
© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCP.
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