Armados con grandes martillos y taladros, un puñado de seguidores del Estado Islámico (EI) destruyen con saña varias estatuas en Mosul que describen como “ídolos” y que arqueólogos de todo el mundo temen que sean piezas asirias y acadias. El vídeo, cuyo contenido ha confirmado este jueves la UNESCO, es la última provocación de ese grupo extremista suní que aspira a gobernar sobre todos los musulmanes del mundo, aunque sea borrando la historia y exterminando a cuantos se oponen a su proyecto. La semana pasada también arrasó la biblioteca central de esa ciudad del norte de Irak.
“Es un ataque deliberado contra la historia y la cultura milenarias de Irak y una incitación a la violencia y al odio”, ha declarado la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, antes de pedir una reunión urgente del Consejo de Seguridad.
Su comunicado confirmó que se han destruido o desfigurado grandes estatuas del lugar arqueológico de Hatra, declarado patrimonio mundial, así como artefactos únicos procedentes de varias excavaciones de la provincia de Nínive que se encontraban en el Museo de Mosul. El texto, que califica lo sucedido de “ataques terroristas”, no menciona sin embargo al EI.
“El vídeo muestra la destrucción de la colección en el Museo de Mosul y un toro alado de las Puertas de Nínive”, había asegurado a EL PAÍS Suzanne E. Bott, directora de proyectos para Irak y Afganistán del Instituto Drachman. “Confirmo los dos lugares porque estuve en el museo en enero de 2010 y en las Puertas de la antigua capital asiria en otoño de 2009”, añadía en un email.
Es la misma impresión que ha tenido Eleanor Robson, profesora de Historia Antigua de Oriente Próximo en el University College de Londres y miembro del Instituto Británico para el Estudio de Irak. Robson, que se encuentra de visita en Bagdad, señaló, no obstante, en su Twitter que algunas de las estatuas que demuelen los barbudos “son reproducciones”, como la que se observa en el minuto 3:55 de la grabación.
“Si se confirma, sería un desastre y revelaría la voluntad de ese grupo de llevar a cabo no sólo una limpieza étnica sino también una limpieza cultural”, declaraba cauteloso Axel Plathe, director de la oficina de la UNESCO en Irak.
Sin acceso libre a Mosul desde que los yihadistas tomaron la ciudad el pasado junio, resulta muy difícil para los expertos evaluar los daños causados. Hace algún tiempo se rumoreó que habían destruido la muralla de Nínive, pero luego un mosuleño pudo dar la vuelta a esa empalizada del 700 antes de Cristo y desmentirlo, recuerda Pedro Azara, profesor de Estética de la Politécnica de Cataluña.
“El EI maneja bien los medios y utiliza la manipulación para aumentar el terror que produce”, señala este arquitecto, que también es miembro de una misión arqueológica internacional entre Erbil y Mosul, suspendida este último año debido a la ocupación de los radicales.
Hasta ahora, el EI se había mostrado más interesado en traficar con el patrimonio que en destruirlo, con el objetivo de financiar sus actividades. De hecho, la UNESCO ha centrado sus esfuerzos en intensificar el control internacional y ha evitado enumerar sitios en riesgo para no llamar la atención sobre ellos. El reto es enorme, ya que 1.800 de los 12.000 sitios arqueológicos de Irak se encuentran en la zona controlada por ese grupo empeñado en borrar cualquier testimonio del pasado preislámico.
Los combatientes del EI siguen una interpretación extrema del islam suní conocida como salafismo que considera idolatría la veneración de estatuas y tumbas. Pero hay algo más que motivos religiosos en su forma de actuar.
Incluso si el vídeo fuera un montaje, Azara se muestra convencido de que envía un mensaje en un momento en el que se está hablando de recuperar Mosul. “Saben del valor que Occidente concede a las piezas arqueológicas y quieren asustar acerca de lo que podría ocurrir”, interpreta. Eso explicaría también las informaciones, difíciles de verificar, de que los combatientes han puesto explosivos en la muralla y las puertas y amenazan con hacerlos estallar si ven amenazado su control.
“Quieren destruir los símbolos de la cultura de Irak que no corresponden con sus creencias, pero también mostrar su poder. Están diciendo: no respetamos los valores que tenéis y vamos a destruirlos”, concurre Plathe.
El toro alado, o lamasu, es una de las figuras más representativas de la civilización asiria, que ocupó Mesopotamia entre los siglos XVIII y VI antes de Cristo. Para muchos estudiosos o simples amantes de la historia, su pérdida rememora la demolición a cañonazos de los Budas de Bamiyán por parte de los talibanes afganos en 2001. Se trata de patrimonio de la humanidad.
“Son tan ignorantes y faltos de educación que no entienden el valor de la historia humana”, lamenta por su parte Bott, quien subraya que “la destrucción del pasado no cambia la historia”. “La gente aún podrá conocerla a través de otras fuentes”, asegura convencida de que las huestes del EI “ignoran la valía de lo que están destruyendo”.
El problema es que a este paso los nuevos bárbaros no van a dejar ni los recuerdos. El miércoles de la semana pasada, arrasaron el edificio de la Biblioteca Central de Mosul, según ha confirmado Charles E. Jones, de la Universidad de Chicago, que dirige un proyecto de seguimiento de daños a la propiedad cultural en Irak.
Aunque en los días previos quemaron varios cientos de libros y manuscritos, hay indicaciones de que buena parte de los fondos se han trasladado a Siria, tal vez con intención de venderlos.
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