La pandemia ha puesto temporalmente sordina sobre buena parte de las pulsiones sociales previas. Pero reclamaciones tan justas y potentes como las de una aviación más limpia, menos dañina para el medioambiente, permanecen muy presentes: la vergüenza de volar, o flygskam (en sueco, el idioma en el que empezó a sonar), se ha convertido en una tendencia entre los jóvenes más concienciados y los grandes fabricantes de aviones del mundo aceleran en el diseño de soluciones de futuro.
El gigante europeo Airbus, que atraviesa —como el resto de la industria— la mayor crisis de su historia, ha desvelado este lunes tres prototipos impulsados por hidrógeno que están llamados a convertirse en los primeros aviones comerciales con cero emisiones del mundo. Deberían entrar en operación en 2035, según sus cálculos.
El debate sobre el combustible de la aviación del futuro parece resuelto, al menos a corto plazo: será el hidrógeno líquido. Los tres prototipos presentados este lunes por el fabricante con sede en Leiden (Países Bajos) tendrán en este elemento químico su fuente de energía primaria. “Es limpio, muy prometedor y probablemente sea la solución para que el sector aeroespacial alcance sus objetivos de emisiones neutras”, apuntan los técnicos de Airbus en la nota en la que han comunicado sus planes.
Agrupados bajo la etiqueta ZEROe, las tres apuestas de Airbus descansan sobre las dos principales patas que sostienen a la aviación comercial moderna —reactores y turbohélices— y añaden un nuevo diseño futurista, catalogado como “de ala mixta”. En el primer caso, con motores turbofán, podrá dar cabida a entre 120 y 200 pasajeros, y tendrá un alcance de más de 2.000 millas náuticas (algo más de 3.700 kilómetros). Será capaz de hacer vuelos transcontinentales cortos y estará propulsado por un motor de turbina de gas modificado que funciona con hidrógeno en lugar de con queroseno. El hidrógeno líquido, puntualiza la empresa, se almacenará y distribuirá en varios tanques.
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