Un bus de la Lima Metropolitana
 

Mi primo de ascendencia huachina, un joven Teniente PNP vestido de civil regresaba a su domicilio ubicado en San Luis en un ómnibus que hace el recorrido por toda la Av. Canadá, de pronto sube uno de aquellos vendedores ambulantes que suben a los ómnibus para exponer sus miserias, sus angustias y toda clase penas para poder vender algunas golosinas o libros a precios ínfimos, que hacen dudar de su procedencia.
 

- Con el permiso del Sr. Chofer y del Sr. Cobrador, señores pasajeros disculpen que interrumpa su lindo viaje o tal vez su amena conversación, señores pasajeros vengo a vender estos riquísimo caramelos a 10 céntimos la unidad,  mi esposa ha sufrido el día de ayer un grave accidente, yo estoy sin trabajo y las medicinas estas muy caras por lo que apelo a su compresión y a su solidaridad para poder cubrir el costo de estas medicinas, señores por favor….ayúdenme.

El joven oficial que inicialmente se había mostrado totalmente indiferente a la presencia de este improvisado vendedor al oír la última frase se conmovió y llamo a este vendedor:
 

- Oiga, si le compro 10 caramelos me aseguras que es para comprar medicinas y no para trago ni droga.

- No señor, ¿como se imagina eso?, le juro por Dios, por mi madre que ya murió que solo pienso en comprar medicinas para mi esposa, solo para eso; contesta el vendedor.

- Todos dicen eso, aprieta la conversación el oficial PNP, juran y juran solo para convencer y la plata se lo gastan en trago, a mi no me vas a engañar.

- Por favor ayúdeme, es para mi esposa, no quiero que se muera; y comienza a sollozar este vendedor causando conmoción en el oficial y en los pasajeros del ómnibus.

- Ya, ya no me llores y ojala que todo sea verdad, dame 10 caramelos y te veo por ahí comprando trago o droga, ya sabes …

- Gracias, gracias señor, aquí están los caramelos y Dios le bendiga, gracias.

El joven Teniente PNP guardo los caramelos cuidadosamente en su bolsillo, mientras que el vendedor siguió unos minutos más pidiendo la limosna de los pasajeros y de pronto se retiro, con las usuales palabras.
 

- Señores pasajeros, gracias a los que me han ayudado y a los que no también, Dios los bendiga porque solo él sabe lo que estoy sufriendo en estos momentos de gran dolor personal. 

A las dos semanas siguientes el Teniente PNP se encontraba en la Sexta Comisaria de la Av. Alfonso Ugarte en Lima, esperando a sus superiores, estaba uniformado sentado en el patio principal, de pronto siente una palmada en su hombro derecho y recibe un efusivo saludo:
 

- ¡ Hola promoción !, tu sí que me haces pasar por malos ratos..jajaja, casi me hacer caer la misión.

Ahí estaba aquel vendedor de golosinas, aquel con esposa grave hace dos semanas, ahora  totalmente uniformado también como Teniente PNP, con los galones relucientes en las caponas de sus hombros y con su insignia en el cuello de la camisa.
 

- Solo estaba probando tu actuación, tenias que ser más convincente y te quería ayudar,  ¿pero qué hacías allí?

- Promoción, estaba haciendo seguimiento a un “marca”, tu sabes que suben a los ómnibus para causar confusión o cambiar celulares con sus compañeros,…pero te pasaste!, como me vas a decir que no gaste la plata en trago o drogas, tu sabes que yo soy un santo, al final la misión tuvo buen resultado.

- Me alegro, pero te doy un detalle del cual no te percataste, me diste los 10 caramelos pero nunca te pague.

Los dos jóvenes oficiales se rieron de este detalle en la misión policial y por tal vez  volverse a encontrar nuevamente de infiltrados en una barra brava, en el desalojo de terrenos o en algún concierto de rock.