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Cada conmemoración de la batalla de Ayacucho no debe limitarse a escuchar las rimbombantes palabras de las autoridades, casi todas corruptas, sino a reconocer y difundir el sacrificio, el esfuerzo, la solidaridad y la cooperación de personas de diferentes naciones en busca del bienestar común.
Este suceso histórico nos motiva a fortalecer el amor por la libertad, promoviendo una educación que se convierte en un elemento esencial para avanzar hacia un próspero compartido.
A pesar de los avances tecnológicos y los acuerdos estratégicos que dominan el mundo, nuestro continente sigue enfrentando grandes desafíos como la pobreza, la corrupción de los líderes, la delincuencia y la inequidad. La victoria en la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, aseguró la libertad y la esperanza de millones de personas de nuestro país y de toda América Latina. Recordar este evento cada año nos invita a reflexionar sobre la importancia de la libertad y la democracia, conceptos que, según los expertos, se cultivan en la educación ciudadana.
Este suceso histórico está estrechamente vinculado con los derechos humanos, los cuales se celebran el 10 de diciembre, en honor a la justicia social, la dignidad y la mejora de la calidad de vida de todas las personas. Además, resalta la importancia crucial de la educación en la creación de una sociedad más justa. Esta “Declaración Universal muestra el camino hacia valores y enfoques comunes que pueden ayudar a resolver las tensiones y crear la seguridad y la estabilidad que nuestro mundo anhela”, asegura el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
Al recordar y honrar a los combatientes peruanos, venezolanos, argentinos, británicos, franceses, africanos y colombianos que, unidos, lucharon y ofrendaron sus vidas, hoy tenemos múltiples razones para trabajar por un continente desarrollado. Disponemos de enormes recursos naturales listos para ser transformados en tecnología y, para ello, impulsemos una educación fundada en la investigación, como hacen los países asiáticos.
En Perú, pareciera que se saboteara la inmolación de nuestros antepasados, por una mandataria preocupada por su imagen, algunos ministros cínicos, 67 parlamentarios investigados que hacen leyes a su favor y cientos de funcionarios investigados por corrupción. No obstante, los ciudadanos somos los encargados de liberarnos de esta atroz putrefacción y apostemos por el desarrollo iniciado hace 200 años.
El desafío de nuestro continente consiste en avanzar hacia una rápida integración y progreso sostenido, asegurando una educación científica e innovadora para todos.
© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.
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