El saber de las personas no ocupa lugar. El saber de las máquinas, sí. Mucho. Por eso Google, la empresa que aspira a ordenar todo el saber de la humanidad y ponerlo al alcance de un botón, necesita mucho espacio.
La pasada semana, la empresa anunciaba una inversión de 13.000 millones de dólares (unos 11.500 millones de euros) en nuevos “centros de datos” por EE UU. La cifra se suma a los 9.000 millones que invirtió el año pasado. El movimiento es un indicador de las obsesiones y los desafíos del grupo con sede en Mountain View (California), y de dónde está la batalla del futuro para los gigantes de Internet. Máquinas más grandes, capaces de procesar más información y más rápido.
Publicidad fábrica para hacer dinero
Alphabet, la compañía matriz que agrupa todas las empresas de Google, ingresó 136.800 millones de dólares el año pasado y ganó 30.736 millones, un 142% más. Solo en el último trimestre, los ingresos crecieron un 22% respecto al año anterior hasta los 39.270 millones de dólares.
El 85% de la facturación viene de la publicidad.
La razón es que la publicidad en las diferentes plataformas de la compañía, desde las búsquedas a los vídeos o los mapas, es muy efectiva. Y lo es porque Google sabe todo lo que miles de personas buscan cada día, toda su navegación a través de Chrome, además de la localización constante de todo aquel que lleve una aplicación de Google en el teléfono.
“El año pasado ingresó en caja 136.800 millones de dólares y ganó 30.736 millones.”
La empresa se ha convertido en la puerta de entrada a cualquier tipo de actividad que uno vaya hacer en Internet, desde buscar un vuelo hasta abrir el periódico. Al menos 1.000 millones de personas al día le envían datos. Gestiona una cantidad de información que la humanidad no ha conocido antes. Esa información ocupa un lugar físico. La “nube” no es una nube, es una máquina que está en algún sitio. Las fotos de Google Photos no están en el éter, sino en una unidad de almacenamiento en Mountain View, o en cualquiera de los otros 21 centros de datos que tiene por todo el país.
Toda esa información no solo hay que almacenarla, también hay que ser capaz de procesarla en milésimas de segundo para dar servicio a esos mismos millones de usuarios. Cada vez que le preguntas al asistente de Google qué tiempo va a hacer hoy, un ordenador en algún sitio recibe tu voz, la graba, entiende lo que has dicho, busca la información, la convierte en voz y la devuelve por el altavoz.
En milésimas de segundo.
En un día cualquiera hay al menos 1.000 millones de personas pidiéndole algo a algún servicio de Google. Y si falla una sola vez, empezarás a preguntarle a Siri o a Alexa. “Nuestros nuevos centros de datos van a reforzar nuestra capacidad de darle el servicio más rápido y fiable a todos nuestros usuarios y clientes”, decía Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, a sus accionistas el 4 de febrero.
Campo de batalla
El procesamiento de voz es el gran campo de batalla de los gigantes tecnológicos, opina Antonio Jiménez, fundador de la empresa Bitext, con sede en Silicon Valley, especializada en mejorar la comprensión que las máquinas tienen del habla humana.
“Dentro de unos años la gente no recordará cómo era aquello de buscar tecleando dentro de una cajita en una web”, afirma Jiménez.
Para ese salto ya no basta con tener la información. El llamado aprendizaje de las máquinas (una parte de la inteligencia artificial) es lo que va a marcar el éxito en el futuro. La capacidad de las máquinas para conocernos marcará la diferencia entre unos servicios y otros.
“El asistente de voz es clave para su futuro, que pasa por ser algo más que un buscador.”
“Mientras más capacidad de procesamiento tengas, más podrás adaptarte a la velocidad a la que nos movemos”, razona Jiménez. “Como usuarios todo lo queremos rápido. Las grandes empresas tienen que alojar toda la información y además ser capaces de procesarla. Para eso necesitan grandes granjas de CPU (procesadores) y GPU (procesadores gráficos) y machine learning. A la velocidad a la que vamos, necesitan grandes centros de datos”.
Es decir,
la capacidad de Google de darnos respuestas inmediatas “viene de algún sitio”, un sitio físico. “Eso es capacidad de procesamiento. Eso se consigue con hierros, que cada vez son más pequeños, pero es que necesitamos muchos”.
Estas instalciones son una "nube" en la vida real. Es un centro de datos que debe ser localizado en sitios estratégicos del planeta bajo tierra y en condiciones especiales.
La carrera por acumular “hierros” es frenética. Esos 39.000 millones que ingresó Alphabet en el último trimestre de 2018, prácticamente quedan compensados con 31.000 millones de gastos que dejaron un beneficio de 8.200.
Los dos principales costes de la empresa son la adquisición de contenido (sobre todo para YouTube) y los costes asociados a los centros de datos. “El año pasado nos pusimos el objetivo de llevar los beneficios de la inteligencia artificial a todo el mundo a través de nuestros productos”, explicaba Pichai.
Google Asistente
En este tiempo, el Google Assistant es un producto que ya está en 80 países y 30 idiomas cuando hace apenas un año pocos lo habían visto funcionar. Durante las fiestas navideñas, “la gente utilizó Google Home para cocinar 16 millones de recetas, un millón solo el día de Navidad”, según Pichai. En este contexto, la inversión en centros de datos que procesan toda esa información “es una inversión importante a largo plazo que pone las bases para nuestras necesidades futuras de computación”.
“Su gran baza es que en el mundo hay más de 2.000 millones de teléfonos que usan Android.”
En servicios como almacenaje, Google presume de que está logrando ya grandes clientes y contratos por encima de los 100 millones de dólares. Por ejemplo, Pichai citaba a clientes como Ubisoft (videojuegos) o el banco HSBC. En este negocio, sin embargo, van por detrás de Amazon. Netflix, por ejemplo, utiliza los servicios de almacenaje de Amazon para distribuir sus miles de millones de horas de vídeo a sus clientes.
Google se la juega en el asistente de voz, en opinión de Jiménez. “Su intención es que Google deje de ser un buscador y se convierta en tu asistente de bolsillo que te dé todo lo que quieras preguntar. Esta es la batalla en la que están todos”.
Google, sin embargo, tiene una ventaja: el 80% de todos los móviles del mundo utilizan su sistema operativo, Android. Hay más de 2.000 millones de teléfonos activos con Android.
Si Google consigue convertir todos esos teléfonos en asistentes personales como el Google Home, “va a ser como cuando Microsoft en sus buenos tiempos podía meter cualquier servicio en sus sistemas operativos”, concluye Jiménez.