Este es el bello paisaje de las lomas de Saño, donde sucedió este singular episodio.
David Vilcapuma - Profesor/Escritor |
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En el pastizal de las lomas de Saño, se colmaba de negras neblinas y lloviznas, mientras nos dirigíamos alegremente a ese bello paraje, para reunir a las vacas y llevarlas a la estancia, ordeñarlas y preparar el gustoso queso.
Cuando retornábamos arriando las vacas, rumbo la estancia de Huancapite, las cargadas nubes que estaban sobre el suelo, se iba despejando, el sol salía y sus rayos penetraban la débil capa del cerrazón, de pronto se escuchaba un sonido extraño, cuando en eso apareció, delante de mí un arco iris pequeño, redondo, en medio de ella estaba mi sombra.
En ese instante el cuerpo se me estremeció, provocándome un gran susto, caminé con más prisa y noté que me seguía, me detuve un instante y vi con más claridad, estaba delante de mí, un gran susto me causó, entonces con prisa me desplacé hacia un lugar donde estaba sombreado, allí desapareció.
Tenía la corazonada que el sol favorecía su aparición, era el popular tinyara, que había aparecido al borde del zanjón, lugar que tenía conexión con uno de los puquiales del caserío de Alconi y la neblina que aún se mantenía por la hoyada.
Luego casi a sobresaltos arriaba las vacas hacia la lomada, llamando a mi prima, quien había ido por el otro lado del cerro o capaz estaba en una mala pasada, aprovechando la cerrazonada.
Pero yo la llamaba:
- Prima. ¿dónde estás?.
A lo lejos me respondía. – Estoy bajando ya me decía.
Creo que estaba en una cabalgadura briosa.
Después de casi una hora, media sudorosa y asustada llegó a la lomada, donde juntábamos a las vacas y de allí casi corriendo las arriábamos hasta llegar al corral.
Ya en casa temerosas le contábamos lo sucedido a la tía Felicita, ella nos decía que la tinyara, aparecía por las mañanas; cuando aparezca otra vez, sólo tendríamos que alejarnos a la sombra.
Los lugareños cuentan que aún hasta nuestros días aparece la tinyara, siendo un acontecimiento vivo de la serranía andina, todos hemos visto en algún momento de nuestra vida, experimentando un tremendo susto.
Chincha, julio de 2020
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