Por Urpi Torrado, CEO de Datum Internacional
La educación es uno de los tres principales problemas del país, junto con la seguridad ciudadana y la economía. Si bien la Constitución establece que es un derecho fundamental que el Estado debe garantizar, la realidad es que el sistema educativo enfrenta serias deficiencias, no solo en términos de acceso, sino, sobre todo, en la calidad de la enseñanza y la infraestructura de los colegios.
Según el INEI, más de nueve millones de peruanos están matriculados en educación escolar, pero la experiencia de aprendizaje varía drásticamente, según el tipo de institución a la que acceden.
Uno de los aspectos más preocupantes es la enorme brecha entre la educación pública y la privada. En el último año, la satisfacción de los padres de familia ha mejorado entre quienes tienen a sus hijos en colegios privados, mientras que en la educación pública se observa un deterioro en todos los aspectos evaluados. La diferencia es abismal, el 84% de los padres con hijos en colegios privados está satisfecho con la educación que reciben, frente a solo el 48% de satisfacción entre quienes acceden a la educación pública. Esta brecha ha crecido en los últimos años, la satisfacción en colegios públicos cae 15 puntos respecto a febrero de 2017.
Este panorama es preocupante considerando que, según cifras oficiales, el 73% de los alumnos matriculados en el país asisten a colegios públicos. La percepción de los padres sobre la calidad de la educación en estas instituciones es negativa, el 41% la considera mala. Las cifras son aún más críticas cuando se analizan aspectos específicos como la infraestructura, la preparación docente, la formación en valores, etc. Las condiciones precarias en muchos colegios dificultan un aprendizaje efectivo y generan desigualdades que afectan directamente las oportunidades de desarrollo de los estudiantes.
El rol del Estado no puede ser sólo garantizar el acceso a la educación, ésta debe ser de calidad. Estos resultados deberían llevar a una reflexión importante para entender cómo lo está haciendo el sector privado. Asimismo, habría que revisar el modelo y evaluar en qué medida el sector privado podría aportar. Aprender de estas experiencias y buscar mecanismos para garantizar el acceso a educación de calidad es la base para el desarrollo.
Fuente: El Comercio
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