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Al escuchar la insólita y mágica música, repentinamente viajaron a los diecisiete años, al misterioso Cañón del Colca y después de siete noches de insospechadas aventuras huyendo de una terrorífica maldición, convergieron por una serpenteante y gris callejuela, plagada de murciélagos oliendo a romero y salvia.
Sobreviviendo solo Ella al resplandecer la luna. No lo encontraron a pesar de haberlo buscado durante cuarenta y nueve años. No lo hallaron porque solo yo, sé que el escarpado bosquecillo es fragmento de un laberinto circular oriundo de los tristes Altos de Golán, habido de tributos, magia y alegría.
Casi medio siglo después, se viralizó la leyenda en las redes sociales, de un hombre extravagante que habitaba las zonas agrestes de la montaña, sustentándose de raíces silvestres, música y leche de venado. Nadie supo quién era, pero cierta lóbrega noche de luna llena, golpearon melancólicamente la puerta de una desvencijada casa con patio circular, la anciana, al encontrarse se aterrorizó y murió de espanto antes de despabilarse.
Extrañamente esta anciana guardaba un secreto místico en su dormitorio oliendo a romero y salvia, había inmortalizado a un enigmático adolescente de cabellos encanecidos de expresión obsesiva, rindiendo de rodillas un desconocido tributo a orillas de un rumoroso riachuelo, acicalado de exóticos colores y piel de puma, sombreados por un monstruoso murciélago triste con rostro adolescente.
Desafiando al destino, algunos pragmáticos afirman que el adolescente, sucumbió cierto anochecer de truenos y muchos adivinos argumentan que, aún disfruta las perpetuas y oscuras alturas de Cotahuasi, deleitando al extraño bosque circular, con su flauta mágica, hecha de bambú y nostalgias, soliviantando otros misteriosos viajes para renovar la posta antes de envejecer.
@davidauris |
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