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Cuenta la leyenda que una humilde vaquera, que había logrado liberase de su patrón, habitaba en esta discreta estancia de Llama Yog Rumí, donde cada mañana hacia llegar sus cabras desde la cima de la cumbre, por las laderas que estaban cubiertas y apiñadas de verdes pastizales.
La afortunada vaquera subsistía en esa estancia, criando hartas cabras, era una joven muy bonita e inocente, que siempre era asediado por algunos aldeanos de la comunidad, que andaban por esos lares en busca de sus asechanzas.
Uno de estos comuneros, pronto había entablado amistad con la inocente pastora, logrado aprovecharse de ella, quien era muy ingenua y carecía de valor para defenderse de los vivos y holgazanes.
Una noche ante el espanto del rebaño, fuertes gemidos se escuchaban entre las piedras que guarecían al pie de la estancia, repitiéndose una y otra vez con intensidad su bullicio, mientras los perros ladraban con desesperación.
Al día siguiente muy temprano, dicen que un aldeano, salía corriendo de la estancia como un loco, antes que amaneciera, mientras los perros con sus ladridos los ahuyentaba hasta la lomada.
Los veteranos del lugar contaban que, los secretos más extraños sucedidos en este pequeño paraje, estuvieron ocultos siempre y ninguno de los pueblerinos se atrevieron a contarlos.
Los lugareños relataban también, que de esta manera la vaquera, había perdido la vida muy joven, aseveraban que una noche sin que nadie se diera cuenta, había llegado una desconocida y mortal enfermedad, provocándole la triste vida y penosa muerte.
Chincha, mayo de 2020
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