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PUBLICADO 21-03-2020 | Desde la mitad de la década de 1990, el dictador Alberto Fujimori implantó -en el Perú- la educación tóxica y antinacional, a la fecha contagiado con el patógeno coronavirus.
De aquella época, la educación peruana se halla postrada y en estado cadavérico, convertida en veneno que atenta contra el alma de los peruanos, y lo peor, de baja calidad educativa. Han pasado más 3 décadas de la infestación y castración mental de los profesores y alumnos; en tanto, la intoxicación sigue con más fuerza, hasta el extremo de incluir entre una de sus metas, es que los estudiantes conozcan el sexo anal y la masturbación. Insólito pero cierto.
Documento de archivo que circula libremenete en el web.
Las pruebas están en nuestras narices, los documentos emitidos por el Ministerio de Educación, así lo expresan, por lo que fue rechazado por el Congreso de la República, el año pasado, y el estado calamitoso de la Educación Peruana es conocido a nivel mundial, por estar ubicada en los últimos lugares en el devenir educativo.
Pésima educación, delincuencia, criminalidad, feminicidio, violación, desocupación, pérdida de identidad, falta de respeto, corrupción, pérdida de autoridad, sexo anal, formación de minusválidos, entre otras taras, son las características de la educación nacional, producto del modelo fujimorista, fondomonetarista, impuesto por los dueños del mundo, y que el Ministerio de Educación lo aplica como dogma, con el aval del Consejo Nacional de Educación.
“Además, el objetivo central de la educación, sobre todo a nivel escolar, está diseñado comercialmente, donde los padres de familia tienen que invertir todo su sueldo para comprar los útiles escolares, consistente en una larga lista, que en un 70 por ciento nada tiene proceso educativo, por ser materiales superfluos y retardantes del desarrollo mental.” |
Diríamos se trata de la educación comercial, que económicamente empobrece más a los padres de familia, y enriquece a las industrias. Los fabricantes, editores de libros, librerías son los que ganan, mientras los padres de dejan de comer para dotar de útiles a sus hijos.
De modo, la educación peruana está planificada para que el padre de familia compre y convierta su casa en una pequeña librería, luego de la compra. Y, diseñada para que el cholo sea el consumidor, como sustento vital de la vida, similar al agua, aire, y alimentación. Vale decir, los padres de familia, el pueblo, tienen que ser el soporte de los millonarios para que sobrevivan y fortalezcan sus empresas. Tal es así que las escuelas y colegios, llamadas instituciones educativas, cuyas aulas se parecen a pequeñas librerías, donde los profesores han perdido su capacidad de pensar, convirtiéndose en muñecos del saber, por plagiadores.
“Se trata de un abierto robo a los padres por parte de los ricos, pues los sufridos papás son desnudados delincuencialmente, con el patrocinio del gobierno.”
Dejan de comer y vestirse para comprar cuadernos, libros y tantos enseres escolares, que en décadas pasadas no eran usadas, ni menos impuestos para que se compre, en escandalosa escala de latrocinio camuflado.
Ahora, el cholito peruano ya sea de los andes, selva y costa, y de distritos de “ojos azules, y gastos verdes”, ha perdió su identidad. Es estereotipo, sujeto alienado, sin conciencia nacional. Seres domésticos nacidos para obedecer y engordar a los fabricantes, pensando que sus hijos así aprenden mejor, obligados por el gobierno. Nada más falso.
Otro de los males de la educación peruana, con el modelo educativo impuesto por el Fondo Monetario Internacional, los peruanos han perdido su identidad porque adoptan el comportamiento de los foráneos, se visten como gringos, y tienen una personalidad desequilibrada. Comen y beben, como seres de otros planetas. Cantan y bailan, a todo pulmón, la música que vienen del exterior con olor a droga y alcohol, olvidándose de la música peruana.
En el próximo cometario: El milagro educativo vía la observación científica, libro que pronto entrará en circulación.
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