Su bramido era corto, profundo, inconfundible. Era el bramido del celo, el bramido del toro que ansiaba a la vaca. Nada más llegar noviembre saltaba la alambrada en busca de una hembra. Tan tremendo era su celo que al ganadero no le quedaba otra que encerrarlo en una haza de piedras tan altas que no pudiese ni barbear a sus amadas. Su nombre: «Desgreñado», un semental cornalón y negro, de siete años.
El 1 de enero, y no el 14 de febrero, es el día del amor del toro
Su vida de «monje» acababa el 1 de enero. El primer día de cada año, las puertas del cercado de las vacas se abrían para «Desgreñado», hambriento de hembras. Allí aguardaban las vacas seleccionadas para ser madres. Esa fecha, y no la del 14 de febrero, fue bautizada por don Álvaro Domecq y Díez como «el día del amor de los toros».
Así lo cuenta en su libro «El toro bravo». «Esta fecha -escribe- los sementales que han vivido solos todo el año pasan a los cerrados de las vacas, unas cuarenta para cada semental, y dentro de un espacio de unas cincuenta hectáreas, aproximadamente».
Majestuosa entrada al harén
En esta obra maestra, al igual que en su conferencia sobre el ganado de lidia en el campo, don Álvaro Domecq hacía hincapié en «la majestuosa, imponente entrada del toro en su previsto harén, paso a paso, lentamente, en cómo se acercaba, una a una, a todas las hembras del serrallo. Es la primera visita de cortesía, como si avisara de algo que ellas, las vacas, saben de sobra: él está allí».
Cada semental tiene un «harén» a su medida, en función de su nobleza y bravura. «Como Desgreñado me estaba dando en sus crías quizá demasiado nervio, había procurado reunirle vacas que en la tienta llevaban la coletilla de suave y mueve suave». Además, las escogía de poca cabeza, pues este semental era demasiado cornalón.
El semental se deja llevar y se siente atraído por el olor de la hembra
Una vez en el cercado, «Desgreñado» se dejaba llevar por el olor que desprendían la vacas. A partir de ahí su instinto sexual se desatará durante los seis meses que solía permanecer con sus cuarenta y elegidas vacas.
El resto del año, «los ganaderos que cuidamos de nuestros sementales exigimos que guarde su sexualidad de forma rigurosa, para que cumpla de un modo rotundo en los seis meses en que ha de comportarse como tal, en plena forma».